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4.1.3 El aprendizaje a lo largo de la vida.

El aprendizaje a lo largo de la vida

 

La referencia textual de la LOE aparece en el T�tulo Preliminar -Cap�tulo II- Art�culo 5:

[...]

 Art�culo 5. El aprendizaje a lo largo de la vida.

1. Todas las personas deben tener la posibilidad de formarse a lo largo de la vida, dentro y fuera del sistema educativo, con el fin de adquirir, actualizar, completar y ampliar sus capacidades, conocimientos, habilidades, aptitudes y competencias para su desarrollo personal y profesional.

2. El sistema educativo tiene como principio b�sico propiciar la educaci�n permanente. A tal efecto, preparar� a los alumnos para aprender por s� mismos y facilitar� a las personas adultas su incorporaci�n a las distintas ense�anzas, favoreciendo la conciliaci�n del aprendizaje con otras responsabilidades y actividades.

3. Para garantizar el acceso universal y permanente al aprendizaje, las diferentes Administraciones p�blicas identificar�n nuevas competencias y facilitar�n la formaci�n requerida para su adquisici�n.

4. Asimismo, corresponde a las Administraciones p�blicas promover, ofertas de aprendizaje flexibles que permitan la adquisici�n de competencias b�sicas y, en su caso, las correspondientes titulaciones, a aquellos j�venes y adultos que abandonaron el sistema educativo sin ninguna titulaci�n.

5. El sistema educativo debe facilitar y las Administraciones p�blicas deben promover que toda la poblaci�n llegue a alcanzar una formaci�n de educaci�n secundaria postobligatoria o equivalente.

6. Corresponde a las Administraciones p�blicas facilitar el acceso a la informaci�n y a la orientaci�n sobre las ofertas de aprendizaje permanente y las posibilidades de acceso a las mismas.

[...]

 

 

 A continuaci�n adjuntamos, por su inter�s, el Informe Base para un Proyecto Grundtvig sobre aprendizaje a lo largo de la vida realizado por Jos� Luis Hern�ndez Neira (2004).
 

 

1. Origen y principios del paradigma del �Aprendizaje permanente�. Su delimitaci�n terminol�gica y conceptual

 

            Origen

 

La idea del aprendizaje permanente no es nueva como puede verse en las numerosas citas que N. Longworth ofrece en su libro �Aprendizaje a lo largo de la vida�; algunas de ellas, a modo de referencia, se reproducen a continuaci�n:

 

�El antiqu�simo concepto de �aprendizaje continuo�, tan desarrollado en Damasco, Atenas y Alejandr�a hace miles de a�os, se ha convertido una vez m�s en un icono del desarrollo educativo en los inicios del siglo XXI�

 

�Plat�n empleaba la expresi�n �dia viou paideia- que para �l significaba la obligaci�n que todo ciudadano tiene de desarrollar su propio potencial y de participar en las actividades de la ciudad�

 

�El pensador chino Kuan Tzu, en el siglo III dec�a: cuando planifiques un a�o, siembra; cuando planifiques una d�cada, planta �rboles; cuando planifiques toda una vida, forma y educa a los hombres�

 

�Comenius, en el siglo XVI, representaba todo el mundo como una escuela para el g�nero humano, y dec�a que el aprendizaje es el instinto humano m�s b�sico�

 

�Arthur C. Clarke, el famoso autor de novelas de ciencia ficci�n, dec�a que el nivel m�nimo de supervivencia de la especie humana est� en que en el a�o 2000 todos reciban una educaci�n del nivel del semianalfabetismo del licenciado universitario medio�

 

En otro orden de cosas y aunque la interpretaci�n que da la Iglesia Cat�lica puede que se fije en otros aspectos, en opini�n del autor de este trabajo, el paradigma del aprendizaje permanente est� en la base de la par�bola evang�lica de los talentos (Mateo 25, 14-30) que, adem�s, prefigura las terribles consecuencias de no ser consciente, en lo personal, de la absoluta necesidad de integrarse en un proceso de aprendizaje permanente:

 

�Quitadle, por tanto, su talento y d�dselo al que tiene diez talentos. Porque a todo el que tenga se le dar� y le sobrar�; pero al que no tenga, a�n lo que tiene se le quitar�

 

Despojando a esta dura sentencia de su contenido religioso, plantea, desde el punto de vista del aprendizaje permanente, varios puntos de reflexi�n muy importantes:

 

�        La capacidad se desarrolla con el ejercicio. Quien no sea capaz de crear en si mismo el h�bito y la alegr�a del aprendizaje permanente se ver� en desventaja con respecto a aquellos que s� lo hagan. Su capacidad se ver� disminuida y, aunque no se anule nunca porque el ser humano est� evolucionando permanentemente, su desarrollo se ver� dificultado.

 

�        La vocaci�n o, si no se quiere emplear un concepto tan fuerte, el gusto por el estudio, crece tambi�n con el ejercicio. Se trata de un sistema de realimentaci�n positiva: cuanto mayor rendimiento se alcanza en una actividad mayor placer proporciona y cuanto mayor es este placer m�s inter�s y esfuerzo se pone lo que, a su vez, aumenta el rendimiento.

 

�        Cuanto m�s formado est� un individuo mayor ser� su capacidad para desarrollarse tanto profesionalmente como desde el punto de vista social o personal. Tambi�n le ser� m�s f�cil acceder a niveles y procesos de formaci�n m�s elevados.

 

El paradigma del aprendizaje permanente se asienta seg�n el informe Delors(2) en cuatro pilares b�sicos:

 

�        Aprender a vivir juntos

 

�        Aprender a conocer

 

�        Aprender a hacer

 

�        Aprender a ser

 

Los grandes problemas a que se ve hoy enfrentado el mundo: la globalizaci�n, el acceso a la informaci�n, las grandes corrientes migratorias creadas por el creciente desequilibrio econ�mico entre pa�ses desarrollados y no desarrollados o en v�as de desarrollo est�n llevando a un proceso de reflexi�n a escala mundial sobre el papel de la educaci�n, la formaci�n, el aprendizaje o como quiera llam�rsele.

 

�        Aprender a vivir juntos: Este enunciado implica dos aspectos, uno el de las sociedades locales que han de aceptar en su seno un flujo incesante y cada vez mayor, mientras la situaci�n mundial no se estabilice, de inmigrantes de pa�ses subdesarrollados que buscan unas condiciones de vida dignas para s� mismos y para sus familias. Es necesario que tanto los reci�n llegados como la poblaci�n nativa aprendan a convivir juntos en medio de las tensiones que se crean, por un lado, en el mercado de trabajo al aumentar la oferta de mano de obra sin que aumente la demanda al mismo ritmo; por otro, por el �choque cultural� que implica la aceptaci�n por parte de cada grupo de las costumbres y modos de vida de los otros. El otro aspecto es el de las propias naciones que conviven en el planeta y que encaran la necesidad de un desarrollo equilibrado de todos encaminado a conseguir unas condiciones de vida dignas y justas para todos los seres humanos.

 

�        Aprender a conocer: Tambi�n aqu� se abren distintos aspectos a la reflexi�n, por una parte se aprecia la necesidad de dotarse de m�todos adecuados de b�squeda, an�lisis y tratamiento de la informaci�n as� como de procedimientos de s�ntesis personales que conduzcan a la elaboraci�n del propio conocimiento y de la capacidad de emitir opiniones propias basadas en el mismo; por otra parte, es necesario conciliar la necesidad de adquirir una s�lida formaci�n de base que permita el desarrollo ulterior de la persona en todos sus aspectos: personal, social y profesional, a la vez que se alcanza un dominio en profundidad en un �rea de conocimiento que permita un desarrollo profesional flexible y adaptable a las necesidades de un mercado cambiante y cuya evoluci�n ocurre a un ritmo cada vez m�s r�pido.

 

�        Aprender a hacer: De nuevo se abren aqu� dos aspectos a considerar. Aspectos actitudinales que tienen que ver con la capacidad de los que aprenden para adaptarse y participar en distintas situaciones tanto de aprendizaje como de producci�n: en solitario, en equipo, en situaciones previsibles, en situaciones desconocidas y/o imprevisibles, etc., y aspectos metodol�gicos que se relacionan con la capacidad para desarrollar y adaptarse a m�todos de trabajo adecuados a dichas situaciones. Este aspecto requiere adquirir las competencias necesarias para conseguir productos finales ya sean materiales o inmateriales: Se trata de aprender a hacer y esto requiere un cierto tipo de resultado final tangible.

 

�        Aprender a ser: Nada de esto es posible si con ello no se alcanza, a la vez, el desarrollo m�s completo del ser humano como tal en todas sus dimensiones f�sica, intelectual, emocional, social y pol�tica.

 

Durante los �ltimos a�os se han venido acu�ando una serie de t�rminos en los que de alg�n modo ven�a ya gest�ndose la explicitaci�n del paradigma de �aprendizaje permanente� que, sin embargo, ha estado siempre presente en la mente de todo buen educador. Ya en los a�os sesenta y setenta se hac�a en las escuelas e institutos de ense�anza secundaria espa�oles un enorme esfuerzo por lo que en principio se llamaron �T�cnicas de estudio� que despu�s pasaron a designarse como �T�cnicas de trabajo intelectual�; m�s tarde aparecen en la bibliograf�a ideas como �Aprender a aprender� y �Aprender a emprender�. Todo esto muestra un creciente inter�s por dotar a los que aprenden de un acerbo suficiente de m�todos que les permitan hacerse protagonistas y responsables de su propio aprendizaje y desarrollo personal y les lleva as� a transformarse de meros receptores de una formaci�n previamente establecida por otros, en demandantes de una formaci�n concreta adaptada a sus necesidades e intereses.

 

As� pues el concepto parece claramente definido y no procede caer en discusiones de tipo terminol�gico: no por ponerle nombre a un fen�meno se entiende mejor. No obstante, por aportar una nota personal a la discusi�n, en opini�n del autor de este trabajo, el proceso global de desarrollo de un ser humano, proceso que va desde la cuna a la tumba, comienza con un aprendizaje gestionado y dirigido principalmente por otros, padres, maestros, educadores, etc., y que, por tanto, podr�a describirse mejor por el t�rmino �educaci�n� para irse transformando a medida que se produce la maduraci�n del individuo en un proceso en el que de una manera creciente va tomando protagonismo la autonom�a del individuo, por lo que entonces quiz�s le define mejor el t�rmino de �aprendizaje�

 

 

            Principios y contenido

 

            Principios

 

Los principios en se basa el paradigma del aprendizaje a lo largo de la vida son de diversa �ndole pero todos se fundamentan de alg�n modo en el hecho, reconocido hoy en d�a por la mayor�a de los ciudadanos libres de mundo, de que la forma de gobierno que garantiza de mejor manera los derechos de las personas y de los pueblos es la democracia. Los pa�ses desarrollados tienen todos formas de gobierno democr�ticas y se esfuerzan por transmitirlas a todos los pueblos de la Tierra.

 

No obstante, la mayor parte de las democracias lo son s�lo formalmente ya que no se puede ser libre, no se puede decidir libremente, si no se puede formar un criterio propio sobre los asuntos de inter�s tanto privado como p�blico, tanto de �mbito local, como nacional o mundial y para ser capaz de formarse un tal criterio es necesario disponer de la formaci�n adecuada.

 

Hoy en d�a, por desgracia, la mayor�a de los ciudadanos del mundo democr�tico o no tienen acceso a toda la informaci�n que necesitan, o no disponen de criterios para valorarla, o no poseen formaci�n para contextualizarla. Incluso a nivel universitario existe una suerte de semianalfabetismo que parte de un profundo desconocimiento de la historia de su pa�s y de los de su entorno, de las relaciones que actualmente sustentan el equilibrio mundial de poderes y, desde el punto de vista ideol�gico, permanecen anclados en el esquema vigente en la primera mitad del siglo XX.

 

Una democracia real no es posible sin un profundo esfuerzo de formaci�n que procure, a la vez, el desarrollo personal, profesional, social y pol�tico del ser humano y, esto, en un mundo que evoluciona r�pidamente no solamente en sus aspectos tecnol�gico y cient�fico, sino tambi�n en los �mbitos social y pol�tico, implica un proceso de formaci�n a lo largo de la vida.

 

Por otro lado, las naciones democr�ticas de la Tierra, y algunas que no lo son tanto, han sancionado la �Declaraci�n Universal de los Derechos Humanos(3)� que, en su art�culo 26 dice:

 

1.      Toda persona tiene derecho a la educaci�n. La educaci�n debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucci�n elemental y fundamental. La instrucci�n t�cnica y profesional habr� de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores ser� igual para todos, en funci�n de los m�ritos respectivos.

 

2.      La educaci�n tendr� por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecer� la comprensi�n, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos �tnicos o religiosos, y promover� el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.

 

3.      Los padres tendr�n  derecho preferente a escoger el tipo de educaci�n que debe darse a sus hijos

 

Sentado esto, tal vez la mejor colecci�n de principios que sustentan la necesidad de una formaci�n a lo largo de toda la vida es la que se recoge en el informa Faure �Aprender a ser(4)� que se glosan y discuten a continuaci�n.

 

Primer principio:

 

Todo individuo debe tener la posibilidad de aprender durante su vida entera. La idea de educaci�n permanente es la clave del arco de la Ciudad educativa.

 

Hoy en d�a ha quedado ya cient�ficamente probado que el individuo no termina su desarrollo a una edad temprana de su vida, al final de su adolescencia, sino que contin�a desarroll�ndose y �creciendo� a lo largo de toda su vida. Adem�s, desde antiguo ha sido patente que se puede seguir aprendiendo �desde la cuna a la tumba�, pero no solamente desde el punto de vista de la adquisici�n de contenidos, sino tambi�n de la capacidad de disfrute del arte y de la cultura y del propio proceso de maduraci�n personal. El proceso de maduraci�n de un ser humano, que dura toda la vida, como tantas otras cosas no es espont�neo, no est� regido s�lo por el c�digo gen�tico o por el entorno en que se desarrolla su vida, sino que requiere un esfuerzo personal de conceptualizaci�n del mundo, de si mismo y de las relaciones de uno mismo con el mundo. Y este esfuerzo necesita formaci�n, necesita aprendizaje de contenidos, de t�cnicas y  de actitudes.

 

Las ciudades de hoy en poseen multitud de recursos que pueden cooperar al completo desarrollo y maduraci�n del individuo, pero estos recursos son in�tiles si no se tiene acceso a ellos o si no se procura que su aprovechamiento por el ciudadano sea �ptimo. Esto implica el desarrollo de planes que permitan el acceso a esos medios de formaci�n cuando y c�mo los ciudadanos lo necesiten y eso lleva, impl�citamente, a abrir las puertas y a facilitar el aprendizaje a lo largo de la vida.

 

 

Segundo principio:

 

Devolver a la educaci�n las dimensiones de la existencia vivida redistribuyendo la ense�anza en el tiempo y en el espacio

 

El modelo de educaci�n que ha pervivido hasta nuestros d�as nace en el siglo XIX tal vez como consecuencia de las necesidades derivadas de la revoluci�n industrial. Este modelo supone que, salvo campa�as coyunturales de alfabetizaci�n lanzadas a escala nacional en muchos pa�ses del mundo, la educaci�n, la formaci�n del individuo, tiene lugar en unas etapas muy concretas de la vida: la ni�ez en la escuela, la adolescencia y primera juventud en los centros de ense�anza secundaria y la juventud en la universidad (las dos �ltimas etapas s�lo accesibles hasta fechas muy recientes a un peque�o n�mero de privilegiados). S�lo los cient�ficos e intelectuales, continuaban su formaci�n a lo largo de la vida a trav�s de sus relaciones de colaboraci�n, sus publicaciones, sus congresos, sus relaciones internacionales. Otro grupo de personas, reducido, adquir�a una formaci�n informal a trav�s de la lectura de las obras de fil�sofos, intelectuales y literatos.

 

Los sucesivos cambios experimentados por la sociedad mundial: la revoluci�n cient�fica y tecnol�gica, la de los medios de informaci�n y comunicaci�n coloca a los ciudadanos del mundo ante una nueva situaci�n. Ya no es posible concentrar la formaci�n del individuo en una corta etapa de su vida. Los cambios que se suceden son continuos y demasiado r�pidos tanto en el mundo del trabajo como en el escenario pol�tico y socio-econ�mico. Hoy en d�a, para sobrevivir, el individuo debe ser flexible, adaptable a nuevas situaciones y circunstancias que cambian de improviso y, a veces, hacia derroteros imprevisibles. Esto hace necesario arbitrar la posibilidad de un proceso de formaci�n adecuado a las necesidades del individuo y que no se circunscriba ni a un espacio f�sico determinado ni a un momento concreto en el tiempo.

  

 

 

Tercer principio:

 

La educaci�n debe poder ser dispensada y adquirida por una multitud de medios, de modo que lo importante no sea saber que camino ha seguido el individuo, sino lo que ha aprendido y aprehendido.

 

La historia de cada individuo es diferente tanto en lo que se refiere a su desarrollo y maduraci�n como a los acontecimientos que jalonan su vida. Por tanto, es absurdo pretender que la formaci�n de todos se acompase y m�s en un mundo sujeto a cambios tan r�pidos. Es necesario pues, diversificar los caminos por los cuales un individuo pueda adquirir la formaci�n que necesita para su pleno desarrollo, as� como las instituciones educativas que la imparten o la avalan y, por supuesto, establecer las necesarias formas de reconocimiento de la formaci�n adquirida y las pasarelas necesarias entre las diferentes l�neas posibles.

 

Cuarto principio:

 

Un sistema educativo global y abierto facilita la movilidad horizontal y vertical de los que aprenden y multiplica las posibilidades de elecci�n.

 

Es necesario poder acceder a las diferentes etapas educativas si se acreditan las destrezas necesarias para poder seguir dicha etapa con aprovechamiento, sea cual fuere la forma en que dichas destrezas se hayan adquirido y sin que para ello haya sido necesario pasar por las etapas previas de la l�nea de formaci�n de que se trate. As�, es absurdo que sea necesario tener el t�tulo de Bachillerato para poder acceder a la Ense�anza Universitaria, si se disponen de las destrezas necesarias para completar la formaci�n universitaria con �xito. Asimismo, debe poder pasarse de unas l�neas de formaci�n a otras, tanto si se trata de v�as formales como si no, si se disponen de las destrezas necesarias para poder seguir con �xito el proceso formativo de que se trate.

 

Quinto principio:

 

La educaci�n de los ni�os en la edad preescolar es una condici�n previa esencial de toda pol�tica educativa y cultural.

 

Est� ya claramente probado desde el punto de vista psicol�gico que la edad preescolar es clave en el desarrollo posterior de las capacidades de aprendizaje y de convivencia del ni�o. Por tanto, debe ser un objetivo prioritario de todo proceso de educaci�n permanente empezar la formaci�n del ser humano en su edad preescolar. Para ello deben, por un lado, crearse los recursos necesarios para poder atender a esta poblaci�n, pero adem�s debe procederse a la formaci�n de los padres para que puedan, desde sus hogares, apoyar la acci�n de la instituci�n educativa que se encarga de esta educaci�n preescolar.

 

Sexto principio:

 

La educaci�n elemental,  a tiempo completo si es posible, o bajo otras formas si es necesario, debe ser asegurada eficazmente para todos.

 

La mayor parte de las destrezas b�sicas del individuo se desarrollan en la escuela. Es, por tanto, necesario asegurar que todos los individuos reciben una formaci�n adecuada en su edad escolar y, sobre todo, en las primeras etapas que son clave para desarrollar actitudes favorables al aprendizaje. Esto implica, como en el caso anterior, disponer de recursos suficientes para escolarizar a toda la poblaci�n en esas edades, pero adem�s un amplio esfuerzo de formaci�n de los padres para que apoyen, contin�en y refuercen la acci�n de la escuela.

 

S�ptimo principio:

 

El concepto de ense�anza general debe ser ampliado de forma que recoja las �reas de conocimiento socio-econ�mico, t�cnico y pr�cticos de orden general.

 

Este es un punto espinoso y complejo porque puede conducir a curr�culos excesivamente densos, con demasiadas materias que hagan imposible dar a cada una el n�mero de horas necesario para tratarlas con la atenci�n debida para hacerlas realmente formadoras. M�s que incluir nuevas materias deber�a hacerse un estudio detallado de los contenidos del curr�culo. Es claro que el nuevo panorama mundial hace necesario que los estudiantes adquieran desde muy pronto una serie de destrezas b�sicas tales como un manejo suficiente de las tecnolog�as de la informaci�n y la comunicaci�n, criterios claros y eficientes para el an�lisis cr�tico y selecci�n de la informaci�n, una formaci�n cient�fica y tecnol�gica suficiente como para entender los nuevos fen�menos que le rodean (clonaci�n, alimentos transg�nicos, problemas medioambientales, etc.) y una formaci�n en t�rminos socio-econ�micos que le permita entender la evoluci�n del mundo que le rodea y que le es tan pr�ximo hoy merced a los medios de comunicaci�n de masas, pero esto no debe hacerse por mera yuxtaposici�n, redistribuyendo el n�mero de horas disponibles entre m�s materias ya que esto llevar�a a privar a las otras de contenido. Es necesario un serio esfuerzo de reflexi�n para reestructurar los curr�culos sobre una doble base: interdisciplinariedad y diversificaci�n de itinerarios.

 

A la vez, se hace necesario una redefinici�n de la formaci�n del profesor, hasta ahora especialista en una materia y cuyo papel, si las reformas curriculares se hacen con poco cuidado, quedar� disminuido y lesionado.

 

Octavo principio:

 

En lo que concierne a la preparaci�n para el trabajo y la vida activa, la educaci�n debe tener por finalidad no solamente formar a los j�venes para el ejercicio de una profesi�n determinada sino sobre todo a darles la capacidad de adaptarse a tareas diferentes y de perfeccionarse sin cesar a medida que evolucionan las formas de producci�n y las condiciones de trabajo: debe tender as� a optimizar la movilidad y a facilitar las reconversiones profesionales.

 

El factor econ�mico es un factor esencial para el desarrollo de las sociedades humanas y para hacer alcanzable el mayor grado de bienestar para todos. Es incontestable que, aparte de las revoluciones pol�ticas e ideol�gicas, ha sido la capacidad de producci�n de bienes de consumo en masa,  de materiales aptos para la construcci�n r�pida y masiva de infraestructuras, la evoluci�n de los medios de transporte gracias a los adelantos tecnol�gicos y el desarrollo de la sociedad de la informaci�n lo que ha hecho posible la construcci�n de las pr�speras sociedades de corte occidental con una distribuci�n generalizada de bienes que llevan a una mejor calidad de vida, si bien es necesario reconocer la existencia, a�n en estos pa�ses, en estas sociedades, de grandes bolsas de pobreza.

 

Por otro lado, el acceso a una vida digna en estas sociedades pasa por disponer de un puesto de trabajo adecuadamente remunerado. Por tanto, el aspecto de la formaci�n para el trabajo es esencial.

 

En las sociedades de los pa�ses desarrollados se da un problema preocupante a este respecto. Las grandes f�bricas abandonan estos pa�ses en los que la mano de obra, debido al aumento del nivel de vida y a las prestaciones sociales conseguidas, se ha encarecido mucho y establecen sus instalaciones de producci�n en pa�ses del tercer mundo donde niveles de vida m�s bajos, menores niveles de protecci�n social y legislaciones m�s permisivas les permiten conseguir mano de obra barata y que en muchos casos trabaja en condiciones de explotaci�n. Por otro lado, la masiva inmigraci�n de ciudadanos de los pa�ses m�s desfavorecidos que,  privados de todo, viven en condiciones de miseria en sus pa�ses de origen, entra en las naciones industrializadas en busca de condiciones de vida digna y se hace cargo de los trabajos de m�s baja cualificaci�n que a�n quedan. Y finalmente, la progresiva automatizaci�n de los procesos de producci�n supone, si no se montan industrias alternativas, la p�rdida de numerosos puestos de trabajo.

 

As� pues, la �nica posibilidad de los ciudadanos de los pa�ses desarrollados de encontrar un trabajo adecuado es la formaci�n para el empleo. Una formaci�n que debe adaptarse a las cambiantes caracter�sticas del mercado del trabajo y que, por tanto, debe hacerles, trabajadores flexibles, adaptables y con autonom�a para construir su propio aprendizaje.

 

 

Noveno principio:

 

La noci�n de educaci�n permanente, en el sentido pleno del t�rmino, implica que las empresas sean investidas de amplias funciones educativas.

 

Hace ya tiempo que las empresas se dieron cuenta de la necesidad de crear sus propios procesos formativos para adecuar las capacidades de sus trabajadores a sus necesidades y han ido favoreciendo este reciclaje a trav�s de cursos impartidos por empresas privadas de formaci�n en el seno de sus instalaciones o fuera de las mismas, fundamentalmente para directivos y personal administrativo y de gesti�n. Esta formaci�n interna de las empresas, avalada por ellas mismas en su propio �mbito de relaciones y certificada, en cierto modo, por el puesto de trabajo desempe�ado por el trabajador ha permitido, hasta cierto punto la movilidad de los trabajadores a escala local y nacional.

 

Sin embargo, las nuevas condiciones socio-econ�micas y pol�ticas que reestructuran el mundo prev�n la necesidad de dotar a los trabajadores de una capacidad mayor de flexibilidad y movilidad. Para ello es importante que esta formaci�n dada por las empresas tenga un reconocimiento mayor. Es necesario habilitar los medios para que el aprendizaje adquirido en las empresas tenga homologaci�n internacional de modo que se facilite el movimiento de trabajadores entre pa�ses y que su grado de cualificaci�n tenga una acreditaci�n oficial y universalmente aceptada.

D�cimo principio:

 

La expansi�n de la ense�anza superior debe entra�ar un amplio desarrollo de instituciones m�ltiples aptas para responder a las necesidades de los colectivos y los individuos cada vez m�s numerosos.

 

Cada d�a se hace m�s patente la necesidad de una formaci�n post-secundaria que tenga el prestigio necesario. La �nica posibilidad, hasta hace poco, para aquellos que hab�an terminado con �xito la etapa secundaria, de continuar su formaci�n alcanzando niveles m�s elevados de conocimiento en cualquier materia, era la universidad, lo que ha conducido, en las �pocas de mayor crecimiento demogr�fico, a una masificaci�n de las universidades en detrimento de la calidad de la ense�anza.

 

Es pues necesario ampliar las alternativas, sin despreciar la contribuci�n de las universidades en �mbitos diversos del proceso de formaci�n a lo largo de la vida. Una l�nea de reflexi�n apunta a la creaci�n de instituciones nuevas, diferentes de las universidades, capaces de dar una formaci�n de alto nivel en los campos en que sea necesario y adaptadas a las caracter�sticas y demandas de los usuarios. Los planes de formaci�n de estas instituciones no pueden ser, por tanto, calcos de los de las universidades, sino que deben tener la flexibilidad suficiente como para responder a las necesidades del mercado y de los usuarios.

 

Las universidades, por su parte, deben poder diversificar sus planes de formaci�n creando titulaciones alternativas a las tradicionales, tales como las de �experto�, �especialista� master�, etc., en campos diversos que permitan la capacitaci�n post-secundaria de aquellos que lo deseen tanto en el �mbito profesional como en el de la cultura o las lenguas.

 

Und�cimo principio:

 

El acceso a los diferentes tipos de ense�anza y a las funciones profesionales debe depender s�lo de los conocimientos, capacidades y aptitudes de cada cual, sin que se establezca una jerarqu�a r�gida entre los conocimientos adquiridos en la escuela y la experiencia adquirida por la pr�ctica profesional o el estudio personal.

 

Es conveniente precisar que adem�s de los conocimientos, capacidades y aptitudes, habr�a que tener tambi�n en cuenta las actitudes. Pudiera parecer poco adecuado este comentario puesto que se habla de aprendizaje, no obstante, las actitudes tambi�n se aprenden y es necesario recordar que, en cualquier �mbito de aprendizaje es necesario preocuparse tambi�n de las actitudes. No se concibe, aunque se den casos en la pr�ctica, un profesor, un militar, un polic�a, por ejemplo, sin s�lidos criterios morales, sin una actitud solidaria y de cooperaci�n.

 

En cualquier caso, lo fundamental de este principio reside en las posibilidades de llevarlo a la pr�ctica. Para hacerlo es necesario un sistema claro y fiable de certificaci�n de los conocimientos. Se ha apuntado en numerosos documentos tanto en el marco europeo como de la UNESCO, la posibilidad de crear una �tarjeta� personal en la que cada uno llevase, por decirlo as�, registrado su curr�culo. Sin embargo permanece la necesidad de crear un sistema de validaci�n y certificaci�n de los conocimientos independientemente de cual sea el medio de registro de las mismas.

Duod�cimo principio:

 

El desenlace normal del proceso educativo es la educaci�n de adultos.

 

Es evidente que la evoluci�n de los seres humanos desemboca en el estado adulto, estado que dura con las facultades m�s o menos mermadas hasta la muerte. Por tanto, la mayor parte de la vida del ser humano se desarrolla en el estado adulto. Esto significa que la mayor parte del proceso de aprendizaje a lo largo de la vida ocurre en la edad adulta por lo que hay que prestar una cuidadosa atenci�n a la formaci�n en esta etapa de la vida. En la edad adulta es de especial importancia el reciclaje y la formaci�n para el empleo, sobre todo en el momento actual en el que se est�n produciendo los notables y r�pidos cambios de los que ya se ha hablado repetidamente. No obstante, es importante no descuidar otros aspectos. Multitud de personas en la edad adulta se encuentran todav�a en situaci�n de desventaja y con riesgo de marginaci�n social, riesgo agravado por los cambios tecnol�gicos en curso y por venir; muchos de ellos son incapaces de leer y escribir con un nivel de comprensi�n y una capacidad de expresi�n aceptables; otros no han conseguido alcanzar el titulo de graduado en secundaria, indispensable actualmente para progresar en el mundo laboral; otros no poseen conocimientos ni siquiera b�sicos de las tecnolog�as de la informaci�n y la comunicaci�n con lo que su acceso a la informaci�n est� muy limitado y, la mayor�a, no posee criterios adecuados para la b�squeda eficiente, selecci�n y an�lisis cr�tico de la informaci�n.

 

Por otro lado, no hay que descuidar la formaci�n para la ciudadan�a. Por desgracia las �ltimas decenas de a�os han estado marcadas por una degradaci�n continua de los valores democr�ticos s�lo paliada, en parte, por el emerger de numerosas ONG�s que ponen en tela de juicio dicha falta de valores y que sacuden las conciencias con continuas llamadas a la solidaridad, a la paz, a la tolerancia, a la conservaci�n del medio ambiente, etc. Es este un cap�tulo de especial importancia en un momento en que se producen fuertes migraciones desde los pa�ses m�s desfavorecidos, en que el desarrollo cient�fico y tecnol�gico tiende a ahondar la brecha entre los pa�ses ricos y pobres, en que urge una regeneraci�n de las ideas democr�ticas en la larga marcha para crear democracias reales y no formales.

 

Decimotercer principio:

 

La alfabetizaci�n no es m�s que un �momento� y un �elemento� de la educaci�n de adultos.

 

Desgraciadamente todav�a en los pa�ses m�s desfavorecidos el analfabetismo es end�mico, y en mayor medida en el caso de las mujeres. Pero tambi�n en los pa�ses en v�as de desarrollo e incluso en los desarrollados hay importantes bolsas de analfabetismo y del llamado analfabetismo funcional. Es necesario erradicarlo porque sin una base adecuada en el manejo de la propia lengua y de las operaciones matem�ticas elementales es imposible experimentar ning�n progreso efectivo en el proceso de formaci�n a lo largo de toda la vida. No se trata de despreciar la importante contribuci�n al aprendizaje que llega por v�a oral o visual a trav�s de los medios de comunicaci�n de masas, pero la sociedad no puede sentirse satisfecha con ello. Es necesario dar a cada ciudadano la posibilidad de llegar hasta donde le permita su capacidad, as� como dotarle el inter�s y del deseo de aprender necesarios para que, por un lado, puedan alcanzar sus metas y, por otro, adquieran la aut�ntica capacidad de juicio cr�tico de un ciudadano verdaderamente libre.

 

Decimocuarto principio:

 

La nueva �tica de la educaci�n tiende a hacer del individuo el maestro y autor de su propio progreso cultural. El aprendizaje autodidacta, principalmente el aprendizaje autodidacta asistido, tiene un valor irremplazable en todo sistema educativo.

 

El proceso educativo como un todo y en todas sus etapas, debe tender a hacer al individuo responsable de su propia formaci�n y, por tanto, habida cuenta que responsabilidad y libertad constituyen un binomio inseparable, planificador de su propio proceso educativo. Para ello es necesario, por un lado, que existan itinerarios educativos diversificados entre los que elegir, que haya entidades o medios de formaci�n que permitan un aprendizaje autodidacta con la asistencia y orientaci�n necesarias y que el sistema educativo provea al que aprende de las destrezas necesarias para poder desarrollar tal aprendizaje y, por otro, que exista una informaci�n adecuada como para que el ciudadano conozca la formaci�n que la sociedad demanda de �l y la situaci�n en que queda despu�s de haber seguido una determinada trayectoria formativa y, por �ltimo, que existan suficientes �pasarelas� y modos de certificaci�n de los conocimientos adquiridos para hacer de esta libertad un hecho y no s�lo un deseo.

 

Decimoquinto principio:

 

El efecto acelerador y multiplicador de las nuevas t�cnicas de reproducci�n y de comunicaci�n es una condici�n primaria para la realizaci�n de la mayor parte de las innovaciones.

 

Las nuevas tecnolog�as de la informaci�n y de la comunicaci�n est�n llamadas a desempe�ar un papel esencial en el proceso de aprendizaje a lo largo de la vida por varias razones:

 

En primer lugar ponen al alcance de todo aquel que pueda acceder a un ordenador conectado a Internet una ingente cantidad de informaci�n. Es bien cierto que una gran parte de la informaci�n, la m�s importante, s�lo es accesible mediante el pago de una cierta cantidad en concepto de suscripci�n a las bases de datos, pero en los pa�ses desarrollados existen instituciones p�blicas a las que se puede acudir para conectarse a las citadas fuentes de informaci�n.

 

En segundo lugar, porque existen multitud de aplicaciones en la red, que cada vez se extienden a m�s disciplinas y temas, de acceso gratuito a trav�s de p�ginas institucionales en las que los que desean aprender encuentran informaci�n, ejercicios, pr�cticas y enlaces a otras p�ginas de inter�s.

 

Por lo que respecta al docente, la red, con su multitud de recursos le ofrece la posibilidad no s�lo de utilizar la informaci�n disponible y de crear cursos a distancia incluyendo nueva informaci�n especialmente dise�ada para sus alumnos, sino que tambi�n puede crear aplicaciones utilizando software espec�fico. Muchas de estas herramientas permiten simular procesos que de otra forma habr�a que realizar en el laboratorio, con un mayor coste en t�rminos de material y de tiempo y fuertes restricciones espacio-temporales.

 

Decimosexto principio:

 

La aplicaci�n amplia y eficaz de las tecnolog�as educativas no es posible m�s que si se desarrolla para acogerlas un movimiento amplio en el seno del sistema educativo.

 

Las tecnolog�as de la informaci�n y de la comunicaci�n (radio, televisi�n, ordenadores, Internet, CD-ROM�s DVD�s, .. ) no pueden considerarse s�lo un instrumento m�s para mejorar la formaci�n sino que est�n llamadas a jugar un papel central en la era del aprendizaje, en el proceso de formaci�n a lo largo de la vida.

 

Ello implica un cambio radical en nuestra sociedad, en el fondo se trata de un cambio cultural. Los gobiernos, las autoridades locales, las empresas, los sindicatos y todos los posibles proveedores de educaci�n deben actuar como socios en proyectos que van desde la dotaci�n en infraestructuras hasta el desarrollo de programas s�lidos de formaci�n. Los profesores, formadores, animadores, agentes directos, intermediarios inmediatos en el proceso educativo deben ser capaces de integrar dichas tecnolog�as en los curr�culos que imparten no como meros instrumentos de acceso a la informaci�n  sino como objetos de conocimiento en si mismos y como instrumentos de desarrollo de aplicaciones. Los que aprenden han de evolucionar hacia la toma de conciencia de su responsabilidad en su propio aprendizaje, siendo capaces de decidir c�mo, cu�ndo, qu�, por qu�, y utilizando qu� medios, desean aprender y, naturalmente, buscar la manera de formarse en la utilizaci�n de los recursos necesarios para acceder a dicho aprendizaje.

 

Decimos�ptimo principio:

 

La profesi�n docente no estar� en condiciones de cumplir su papel en el futuro m�s que a condici�n de estar dotada y de dotarse a si misma de una estructura mejor adaptada a la naturaleza de los sistemas educativos modernos.

 

En los albores del siglo XXI, el profesorado de cualquier nivel y cualquiera que sea la ense�anza que imparta no puede continuar anclado en los procedimientos metodol�gicos de la escuela que surge en el siglo XIX, ni de las universidades y centros de formaci�n adaptados a las caracter�sticas  y necesidades de la sociedad producto de la revoluci�n industrial. La sociedad est� cambiando radical y r�pidamente. Conseguir con la colaboraci�n de todos, en un esfuerzo com�n y solidario, re-situar al hombre en el mundo, haci�ndole capaz de orientarse en el nuevo y cambiante entorno en que se ve forzado a vivir, exige nuevos m�todos, nuevos instrumentos, nuevos roles y, como consecuencia, una nueva organizaci�n. Los sistemas educativos modernos tienen que aceptar el reto de poder ser utilizados en cualquier momento, en cualquier lugar y ser accesibles a trav�s de instrumentos variados. Esto requiere un enorme esfuerzo de imaginaci�n para establecer y asumir el rol que la sociedad necesite del docente, organizar los nuevos roles en una estructura flexible y adaptable a los futuros cambios y, a la par, un proceso de formaci�n continua que capacite al docente para utilizar todos los medios a su alcance para el desarrollo adecuado de su funci�n.

 

 

 

Decimoctavo principio:

 

Los educadores, una de cuyas tareas esenciales es actualmente la de transformar las mentalidades y las cualificaciones inherentes a todas las profesiones, deber�an ser los primeros dispuestos a repensar y transformar los criterios y los supuestos de la profesi�n docente, en la cual las funciones de educaci�n y de animaci�n comen terreno cada vez m�s a las de instrucci�n.

 

 

La funci�n esencial de un docente, cualquiera que sea la etapa en la que desarrolle su labor es, de acuerdo con P. Freire(5) ayudar a sus �alumnos� a liberarse a la par que se apoya en ellos para �liberarse� a si mismo. Esta frase puede entenderse de muchos modos, depende del contexto. En cualquier caso significa dotar a los alumnos de autonom�a para desenvolverse por si mismos en el campo de conocimiento de que se trate y, por qu� no, en la vida, en la que cada uno puede ser maestro de los dem�s pues todos aprendemos de todos.

 

Esto significa que, m�s que de mero transmisor de contenidos e incluso de procedimientos de los que puede existir amplia informaci�n de la que el alumno puede hacerse cargo si est� bien descrita, el docente debe actuar estimulando al alumno a pilotar su proceso de aprendizaje despertando en �l el necesario amor al estudio y a las consecuencias de aprender, a participar m�s activamente en su propio proceso de maduraci�n personal y en el desarrollo de la sociedad de la que forma parte. Es en este sentido m�s que un transmisor de informaci�n un animador o, si se quiere, un motivador.

 

Pero no nos enga�emos, el aprendizaje autodidacta no es f�cil. Cuando se inicia un proceso tal, el alumno se ve muchas veces detenido por la a veces discutible calidad de la informaci�n, otras veces por la dificultad de entenderla dada la defectuosa exposici�n de la misma y, muchas otras veces, por la dificultad propia inherente a la materia. Tambi�n aqu� hay un papel importante para el docente: ayudar a eliminar la barrera que detiene su avance, bien dot�ndole de mejores m�todos de an�lisis, proporcion�ndole nuevas fuentes de informaci�n o, directamente, solucion�ndole el problema que tiene.

 

As� pues, el nuevo rol del docente se apoya en tres pilares: motivaci�n, orientaci�n, resoluci�n de problemas.

 

Decimonoveno principio:

 

El desarrollo continuo del dominio de la educaci�n tiende a agrandarla a las dimensiones de una uni�n de la sociedad entera, a la cual se deben asociar categor�as cada vez m�s numerosas de la poblaci�n.

 

En una sociedad compleja, en continuo y r�pido proceso de cambio, de desarrollo, con un crecimiento exponencial del saber, todo el mundo deviene en maestro de los dem�s en determinadas �reas del conocimiento. Y los gobiernos, la iniciativa privada y la sociedad entera debe arbitrar los procedimientos para que esos �saberes� puedan ser difundidos, lo que, a su vez, puede dar lugar a nuevas profesiones, a nuevas formas de ganarse la vida.

 

Esto no condiciona ni minimiza el papel de la educaci�n reglada, por utilizar un t�rmino al uso, que siempre deber� existir y que ser� la puerta que permite entrar a otros mundos de conocimiento porque ser� la que, en definitiva, debe dotar a los ciudadanos, desde la edad preescolar hasta el comienzo de su edad adulta, del esp�ritu, las t�cnicas y los conocimientos necesarios para proseguir sus estudios de forma responsable y aut�noma. Adem�s el sistema de educaci�n reglada debe permitir la vuelta al mismo de cualquier persona que, por las circunstancias que sea, no hubiera podido alcanzar, cuando lo hizo la mayor�a, las cualificaciones deseadas, as� como ofrecer nuevas oportunidades de formaci�n ulterior a los que si las alcanzaron.

 

La sociedad actual no se puede permitir el lujo de desperdiciar sus recursos educativos. En este sentido, la creaci�n de comunidades de aprendizaje, de ciudades de aprendizaje o de redes nacionales o internacionales de aprendizaje constituye un objetivo de inter�s primordial para aprovechar todos los recursos disponibles.

 

Vig�simo principio:

 

Contrariamente a las ideas y pr�cticas tradicionales, es la ense�anza la que se debe adaptar al ense�ado y no el ense�ado el que se debe plegar a las reglas preestablecidas por la ense�anza.

 

La mayor�a de las personas sensatas est�n de acuerdo en que es necesario dar al ser humano una formaci�n b�sica indiscutible que le permita poder decidir en libertad. No tendr�a sentido no ense�ar a leer, a escribir o las reglas b�sicas del c�lculo a nadie hasta que no decidiera hacerlo por propia voluntad.

 

Una exigencia b�sica de la libertad es poder elegir y para eso hay que estar suficientemente y adecuadamente formado. Sin un conocimiento suficiente de los distintos tipos de lenguaje: lengua materna (a nivel oral y escrito), matem�tico, cient�fico, art�stico, es imposible pensar ya que todo pensamiento est� ligado a un lenguaje. As� pues, si hay que dotar al individuo de capacidad para pensar con libertad hay que dotarle de unos instrumentos b�sicos. Adem�s, puesto que el individuo debe integrarse en una sociedad democr�tica que intenta caminar hacia la democracia real, debe ser educado en los valores democr�ticos sobre los que se sustenta su propio derecho a la libertad.

 

Ahora bien, a medida que el individuo madura lo que la sociedad tiene que ofrecerle es suficiente informaci�n y medios para que decida hacia donde quiere dirigir su vida, qu�, c�mo, cuando y por qu� medios quiere aprenderlo. Adem�s la sociedad debe arbitrar los medios para el reconocimiento de los aprendizajes adquiridos.

 

Vig�simo primer principio:

 

Todo sistema que consista en conceder servicios educativos a una poblaci�n pasiva, toda reforma que no tenga como consecuencia suscitar en la masa de los que aprenden un proceso end�geno de participaci�n activa, no puede obtener m�s que �xitos marginales.

 

En efecto, s�lo aquello que se hace con amor, con ilusi�n, con verdadera motivaci�n interna conduce al �xito. El aprender porque hay que hacerlo no conduce m�s que a resultados mediocres incluso cuando se es empujado a ello por la necesidad. Hay claros ejemplos de ello en todo el mundo, uno de los m�s relevantes es el aprendizaje de lenguas extranjeras que, hasta en los casos en que es imprescindible por la necesidad de mantener relaciones internacionales, como ocurre entre los directivos de muchas empresas o entre profesores de universidad, se observa un dominio pobre del idioma, muy por debajo de la calidad que deber�a tener dados los t�tulos y cualificaciones que dichas personas ostentan.

 

Igualmente puede decirse del nivel cultural de much�simos universitarios y de su formaci�n en campos fundamentales hoy en d�a, como la historia, la pol�tica o la econom�a. Much�simos se encuentran anclados en el nivel de lo que aprendieron en sus bachilleratos m�s lo que oyen o ven por la radio o la televisi�n.

 

            Contenido

 

Es dif�cil describir con propiedad el contenido del t�rmino ense�anza a lo largo de la vida dado que, por su naturaleza, ser� siempre un t�rmino sujeto a debate. Tal y como se analiza en el documento �Recent Thinking in Lifelong Learning(7)� (DfEE, 1998), el t�rmino aprendizaje a lo largo de la vida se entiende de muy diversas maneras. Hay quien lo considera como la formaci�n proporcionada en el periodo post-escolar; otros lo refieren a los adultos que dejaron su educaci�n formal y vuelven al mismo en una fecha posterior; otros incluyen toda la educaci�n, formaci�n y aprendizaje adquiridos desde la cuna a la tumba; muchos lo relacionan s�lo con la formaci�n necesaria para los econ�micamente activos; etc.

 

Dos definiciones de instituciones relevantes pueden dar una idea del alcance del t�rmino en nuestro entorno pr�ximo. La primera es de la OCDE (1997)

 

�El aprendizaje a lo largo de la vida es mucho m�s amplio que la provisi�n de una segunda oportunidad de educaci�n e instrucci�n para personas adultas. Se basa en el punto de vista de que cada uno debe ser capaz, debe estar motivado, y activamente comprometido en aprender a lo largo de toda su vida. Este punto de vista del aprendizaje abarca el desarrollo personal y social de todo tipo y en cualquier escenario: formalmente, en las escuelas, en centros de formaci�n profesional, terciaria o de adultos; e informalmente, en el hogar, en el trabajo y en la comunidad�.

 

La segunda definici�n es de la Comisi�n Europea (1995)

 

El aprendizaje a lo largo de la vida es el desarrollo del potencial humano a trav�s de un proceso sustentador continuo que estimula y faculta a los individuos para adquirir todos los conocimientos, valores, destrezas y comprensi�n que requieran a lo largo de toda su vida y a aplicarlos con confianza, creatividad y gozo en todos los roles, circunstancias y entornos.

 

En todo lo establecido en los principios discutidos en el ep�grafe anterior y en estas definiciones se apoya la idea de un proceso de:

�        Abarca toda la vida del individuo, de la cuna a la tumba, incluyendo los medios formales (escuelas, centros de secundaria, universidades, etc.) y no formales (familia, sindicatos, empresas, centros privados de formaci�n, medios de comunicaci�n de masa, museos, cines, teatros, bibliotecas, Internet, ONG�s, etc.)

�        Incluye todo tipo de formaci�n: b�sica, general, cient�fica y tecnol�gica, profesional, cultural, para el desarrollo personal, para el aprendizaje de la ciudadan�a, de la convivencia, de la tolerancia y la cooperaci�n , para el cuidado del medio ambiente etc.

�        Utilizando los mejores medios y recursos disponibles, tanto humanos como tecnol�gicos.

�        Teniendo como objetivo el compromiso de cada uno en la planificaci�n desarrollo y gesti�n de su propio aprendizaje y aceptando, en la medida de lo posible y siempre disponiendo de ayudas institucionales, la colaboraci�n en el pago de los gastos que se ocasionen.

 

 

2.      El proyecto

 

El centro de educaci�n de personas adultas de San Mart�n de Valdeiglesias, consciente de la importancia del objetivo mundial de transformar la educaci�n en su sentido actual en una educaci�n a lo largo de la vida, en la que el autentico protagonista y gestor de la misma sea el que se educa en un marco general donde todos somos a la vez educadores y educandos y en el que, en realidad, es la sociedad la que educa, se ha propuesto poner en marcha un proyecto Grundtvig cuyo objetivo es el desarrollo de metodolog�as para realizar la citada transformaci�n en el entorno educativo en el que desarrolla su actividad.

 

El proyecto debe avanzar en varias l�neas a la vez:

  1. Desarrollo de estrategias que permitan que los alumnos que asisten a cursos presenciales vayan progresivamente haci�ndose demandantes de la educaci�n que necesitan, gestores de la misma y, por tanto, co-responsables del �xito del proceso educativo.
  1. Desarrollo de planes educativos explotando en grado �ptimo las tecnolog�as de la informaci�n y la comunicaci�n.
  1. Cooperaci�n con las autoridades locales para transformar la ciudad en una aut�ntica ciudad educadora.