SUIZA: CARACTER�STICAS SOCIOEDUCATIVAS Y CULTURALES
Datos Generales
Geograf�a
La Confederaci�n Helv�tica cuenta con una superficie de 41.284,6 km2.Limita al norte con Alemania, al este con Austria y Liechtenstein, al sur y sureste con Italia XE "Italia" , y al suroeste, oeste y noroeste con Francia. Existen dos grandes conjuntos monta�osos: al sur y al sureste, los Alpes, y al noroeste, el Jura. Entre ambos se extiende una depresi�n, el Mittelland, cuya anchura oscila entre los 20 y 70 km. Las monta�as sui�zas constituyen un importante nudo hidrogr�fico que da origen a numerosas corrientes fluviales. Tiene m�s de 1.000 lagos naturales, de los cuales la mayor�a est�n en la zona alpina. Como reserva de agua en Europa, Suiza dispone de un gran potencial de energ�a hidroel�ctrica: su capacidad media de producci�n alcanza los 32.000 millones de kw/h. En el territorio nacional existe un total aproximado de 140 glaciares, con una su�perficie de 1.556 km2. La capital de Suiza es Berna (122.178 habitantes). Destacan por el n�mero de habitantes Z�rich (347.517), Basilea (185.601), Ginebra (178.722) y Lausana (117.388).
Es un Estado del centro de Europa. Limita con Alemania al N, con Austria y Liechtenstein al E, con Italia XE "Italia" al S, y con Francia al O. La capital es Berna. La Confederaci�n Suiza es un peque�o pa�s situado entre el Jura y la cadena de los Alpes, cuyas condiciones naturales son poco favorables, ya que el 70 % del territorio est� ocupado por monta�as. La cordillera del Jura atraviesa de SE a NO toda la Suiza occidental, se�alando en el O la frontera con Francia; est� constituida por una serie de murallas paralelas en forma de media luna, que van elev�ndose desde el valle del Saona hasta la llanura suiza. Sus cimas m�s altas son el Mont Tendre (1 679 m) y el Chasseral (1 607 m). Entre el Jura y los Alpes se extiende la llanura suiza o Mitteland (tierras medias), surcada de colinas con una altura media que oscila entre los 250 y los 600 m, y limitada al SO por el lago Ginebra (o Leman) y al NE por el lago Constanza (o Bodensee). Los Alpes, que ocupan la mitad del territorio suizo, se encuentran repartidos en dos alineaciones sim�tricas, separadas por un profundo surco excavado en el Cuaternario por los glaciares que formaron los valles opuestos del R�dano y el Rin. La parte m�s elevada se encuentra en la cadena meridional, junto a la frontera con Italia XE "Italia" , en los Alpes del Valais que forman la cadena m�s grande y compacta de Europa, con aproximadamente 140 glaciares y m�s de veinte cimas de una altura superior a los 4 000 m. En el monte Rosa, un colosal macizo dominado por nueve cimas imponentes, se alza la monta�a m�s alta de Suiza y la segunda de Europa: el Dufourspitze, de 4 634 m. Al N del monte Cervino (o Matterhorn), de 4 478 m, cuatro cordilleras secundarias se dirigen hacia el R�dano y sirven de enclave a los altos picos de Weisshorn, de 4 512 m, y Dent Blanche, de 4 347 m. La cadena septentrional est� formada por los Alpes Berneses, entre el R�dano y el Aar; los Alpes de Friburgo; los Alpes de Emmenthal; los Alpes de Uri; los Alpes de Glaris y los de Sankt Gallen, entre los lagos de Zurich y el Rin. Destacan en ellos por su altura superior a los 4 000 m el monte Jungfrau, el Finsteraarhorn y el Aletschhorn. En el clima de Suiza pueden distinguirse distintas zonas, de acuerdo con la altitud y la orientaci�n respecto de las grandes cadenas monta�osas. En el NO, bajo la influencia de los vientos atl�nticos, h�medos y templados, se distingue una zona de clima atl�ntico. En el Mitteland los inviernos son fr�os y los veranos templados, con promedios estivales de 20�C y temperaturas medias invernales de 1�C. En la zona meridional predomina el ambiente mediterr�neo, gracias a la influencia del viento Foehn, que proviene del S y desciende por los valles alpinos provocando un descenso de las temperaturas. Tambi�n en las orillas de los lagos Lugano y Mayor el clima es m�s templado, dando lugar a una vegetaci�n de tipo mediterr�nea. Las precipitaciones son abundantes en todo el territorio, a excepci�n de algunos valles encerrados por las altas monta�as, como el alto valle del R�dano. En las cumbres, por encima de los 3 000 m, las precipitaciones caen en forma de nieve. La vegetaci�n var�a seg�n la altitud: en las pendientes bajas predomina el bosque atl�ntico; m�s arriba reinan las con�feras, sobre todo el abeto; y ya en las alturas superiores, las zonas de prados y la vegetaci�n alpina. Por sus r�os Suiza es una de las principales fuentes de agua de Europa. El San Gotardo, macizo central de los Alpes, es el centro de irradiaci�n de los cauces fluviales: cuatro grandes r�os nacen en sus vertientes y se dirigen hacia los cuatro puntos cardinales: el Rin al E, el R�dano al O, el Reuss al N y el Ticino al S. La cuenca del Rin recibe como afluente principal al Aar, as� como las aguas de los Alpes, del Jura y de casi todos los lagos suizos, salvo el de Ginebra y los de la vertiente italiana de los Alpes. Este gran r�o se precipita en forma de torrente en su nacimiento, va perdiendo poco a poco su turbulencia y llega a ser navegable en la frontera con Liechtenstein y Austria; entra luego en una llanura aluvial, alcanza el lago de Constanza en el NE, y toma m�s tarde la direcci�n O, entre Suiza y Alemania hasta Basilea, donde abandona territorio suizo camino del mar del Norte. El R�dano se desliza hacia el O a trav�s de un profundo valle y cruza el lago de Ginebra para penetrar en Francia antes de desembocar en el Mediterr�neo. El Ticino baja r�pidamente hacia el S, donde forma el lago Mayor y desde all� sus aguas avanzan buscando el mar Adri�tico. Los lagos helv�ticos, famosos por su entorno, constituyen el prototipo de cuencas lacustres de origen glaciar. Entre los lagos de llanuras, que reciben r�os de colinas y monta�as desprovistas de nieves eternas, destaca por su extensi�n el Neuchatel de 216 km2, en la cuenca del Rin. Los lagos alpinos, formados por el embalsamiento del agua de los antiguos glaciares cuaternarios, presentan importantes extensiones, como el lago Constanza, entre Alemania, Suiza y Austria, de 537 km2; el lago de Ginebra, en el extremo SO del pa�s formando frontera con Francia, de 581 km2; el de Zurich; el de los Cuatro Cantones; el lago Mayor y el de Lugano, estos dos �ltimos en la frontera con Italia XE "Italia" .
Historia
A finales del Paleol�tico empieza la vida humana en el actual territorio suizo, que fue habitado m�s tarde por helvecios, instalados en las regiones meridional, central y noroccidental; por recios, en el actual cant�n de los Grisones; y por otras tribus c�lticas repartidas en el resto del territorio. En el s. I a C las legiones romanas de Julio C�sar se apoderaron del pa�s. Durante la irrupci�n de los b�rbaros, entre los ss. V y VI, se establecieron los alamanes y los burgundios en la llanura central y en el NE, mientras que en el sector occidental sigui� predominando la poblaci�n romano-c�ltica. Dominado por los francos desde el s. XVIII, el pa�s fue cristianizado. A partir de 1032 qued� integrado en el Sacro Imperio Romano Germ�nico, bajo el poder de los duques de Z�hringen quienes favorecieron el desarrollo de las ciudades con el fin de contrarrestar a la nobleza. En 1218 Federico II recobr� el feudo imperial y las ciudades pasaron a depender directamente de su Imperio. El nacimiento de la Confederaci�n helv�tica se remonta al tratado de paz y cooperaci�n que firmaron en 1291 los hombres del valle de Uri, la libre comunidad del valle de Schwyz y la asociaci�n de los hombres del bajo Nidwalden, con el fin formar una Liga Perpetua capaz de defender sus respectivas libertades contra la amenaza de los Habsburgo. En 1315, en Morgarten, la Liga consigui� sobre Leopoldo de Habsburgo una completa victoria: la fortuna militar de los suizos se anunciaba al mismo tiempo que su porvenir hist�rico, y una d�cada m�s tarde el emperador tuvo que confirmar las libertades de los tres cantones. Cinco nuevos cantones se agregaron en los a�os siguientes: Lucerna en 1332, Zurich en 1351, Glarus y Zug en 1352 al igual que Berna en 1353. Gracias a la victoria de Sempach en 1386 contra las poderosas huestes de Leopoldo III de Austria, y a la de N�fels en 1388, la confederaci�n de los ocho cantones se separ� definitivamente de Austria. Los suizos consolidaron su �ntima uni�n con los llamados convenios, que prohibieron severamente toda lucha particular y favorecieron el avance del movimiento democr�tico, otorgando una amplia autonom�a a los cantones. A lo largo del s. XV la fuerza militar les permiti� arrebatar territorios a los pa�ses vecinos. La solidaridad de la Liga les facult� para concertar la paz perpetua de Constanza en 1474, la cual puso fin m�s tarde a las apetencias expansionistas de Carlos el Temerario, duque de Borgo�a. En 1481 dos nuevas ciudades, Friburgo y Solothurn, fueron admitidas en la Liga, y se renov� por el Acuerdo de Stanz la promesa de mutua ayuda y asistencia, as� como el compromiso de no intervenir en caso de insurrecci�n de los s�bditos. En 1501, despu�s de que el emperador Maximiliano I reconociera la independencia de los cantones, se incorporaron a la Confederaci�n Basilea, Schaffhausen y Appenzell. Los suizos participaron activamente en las guerras de Italia XE "Italia" , pero la memorable derrota de la batalla de Marignano, en 1515, desalent� a los confederados en cuanto a su intervenci�n pol�tica y militar en los conflictos europeos y les oblig� a firmar con Francisco I de Francia, al a�o siguiente, la �Paz perpetua� de Friburgo, que constituir�a uno de los or�genes de la neutralidad suiza. En el s. XVI la Reforma, predicada primero en Zurich por Zwinglio y m�s tarde en Ginebra por Calvino, hizo inclinarse el pa�s hacia el protestantismo, con excepci�n de cuatro cantones que permanecieron fieles a la religi�n cat�lica, lo que desemboc� en diversos choques armados. Mientras, en 1648, la paz de Westfalia que puso fin a la Guerra de los Treinta A�os reconoci� la independencia de los cantones suizos, en 1712 los acuerdos de Aarau trajeron a �stos la paz religiosa. A partir de entonces el pa�s conoci� una �poca de gran expansi�n econ�mica, que consolid� la fama de la relojer�a suiza y permiti� que algunas ciudades como Ginebra brillaran por su desarrollo cultural. A fines del s. XVIII, la fuerte influencia de la Revoluci�n Francesa provoc� un estallido revolucionario en Ginebra, que desemboc� en 1798 en la proclamaci�n de la Rep�blica Helv�tica con capital en Lucerna. La nueva rep�blica fue anexionada a Francia por el Directorio y se le impuso una constituci�n unitaria. Convertida en sat�lite de los designios napole�nicos, Suiza cay� en la anarqu�a y ya en 1803 la reacci�n federalista oblig� a Napole�n a retirar sus tropas y restablecer por el Acta de Mediaci�n la antigua organizaci�n federal de los trece cantones. �stos, sin embargo, quedaron sometidos al Imperio hasta 1914. El derrocamiento del imperio napole�nico y la reuni�n del Congreso de Viena al a�o siguiente significaron la restauraci�n de la independencia y el reconocimiento de la neutralidad perpetua de Suiza, cuyo n�mero de cantones pas� a sumar 22. En el s. XIX, el triunfo en Europa de las revoluciones burguesas dio fuerza a los liberales suizos para implantar constituciones de corte democr�tico en siete cantones y robustecer el poder federal. En diversas regiones surgieron disturbios entre los campesinos y ciudadanos a causa de estas reformas, y las luchas se enconaron con las disputas de car�cter religioso. Para contrarrestar el avance liberal, los cantones tradicionales, con predominio cat�lico y conservador, formaron la Liga de Sonderbund. Pero, ya en 1847, el ej�rcito confederal, compuesto por unos 100 000 hombres al mando del general Dufour, obtuvo una amplia victoria sobre las tropas del Sonderbund y ocup� las tierras de los cat�licos. Al a�o siguiente, se adopt� una Constituci�n de corte liberal, que implant� una democracia semidirecta e hizo de Suiza un Estado puramente federal, estableciendo la capital en Berna. Desde entonces Suiza se consolid� como uno de los pa�ses m�s estables y pac�ficos de Europa, apoyado en una econom�a s�lida y en relaciones de franca cordialidad con los pa�ses extranjeros. En 1874 la Constituci�n fue modificada, al reformarse el r�gimen militar mediante la organizaci�n de un ej�rcito, y al adoptarse los derechos de refer�ndum. El trazado de los t�neles de San Gotardo y del Simpl�n, a finales del siglo pasado, favoreci� el comercio y la condici�n suiza de centro de comunicaciones entre los pa�ses de la Europa septentrional y meridional. A pesar de las dificultades de aprovisionamiento y de las tensiones surgidas entre las comunidades de habla fracesa y alemana a ra�z de la Primera Guerra Mundial, el pa�s mantuvo estrictamente su neutralidad, hecho que lo convirti� en refugio de exiliados, de artistas y revolucionarios. Al adherirse en 1920 a la Sociedad de las Naciones, el pa�s obtuvo un nuevo reconocimiento a su neutralidad y fue excluido de participar en la aplicaci�n de sanciones militares. Sin embargo, las obligaciones derivadas de la pertenencia a la organizaci�n se hicieron muy pesadas para los suizos, que decidieron abandonarla en 1938 y recuperar su neutralidad absoluta. Fiel a esta decisi�n, en los a�os posteriores a la Segunda Guerra Mundial, Suiza no intent� adherirse a las Naciones Unidas. Ha participado, en cambio, en las actividades de la Organizaci�n de Cooperaci�n y Desarrollo Econ�mico (OCDE) y en muchas de las organizaciones especializadas de la ONU. El papel humanitario de la Confederaci�n ha continuado vigente, especialmente a trav�s del apoyo acordado al comit� internacional de la Cruz Roja. Desde la d�cada de 1960 su entrada en el Mercado Com�n ha sido motivo de numerosas pol�micas. En junio de 1992 el pa�s de los cantones solicit� su entrada en la Comunidad Europea, pero a finales de ese mismo a�o, en el refer�ndum para la integraci�n en el Espacio Econ�mico Europeo, los suizos se decantaron por mantener su tradicional aislamiento. En diciembre de 1994, los suizos se pronunciaron mayoritariamente a favor de una dura legislaci�n contra el crimen y el tr�fico de drogas, especialmente dirigida contra los inmigrantes ilegales. La polic�a obtuvo poderes especiales para expulsar a los inmigrantes sin documentaci�n de residencia.
Econom�a
Pese a su carencia de recursos naturales y de materias primas, Suiza es un pa�s altamente industrializado, orientado hacia productos de fuerte valor a�adido que necesitan una mano de obra calificada. El sector agr�cola, que emplea una peque�a parte de la poblaci�n activa, alrededor del 5 %, cubre con su producci�n la mitad de las necesidades del pa�s. Teniendo en cuenta las peque�as dimensiones de las explotaciones y las dif�ciles caracter�sticas del suelo, sobre todo en las regiones monta�osas, la agricultura suiza resulta cara. El Estado subvenciona el 40 % de los productos a fin de asegurar el aprovisionamiento del pa�s en caso de crisis. Suiza se especializa en productos delicados (frutos y legumbres, vinos de calidad), y en la cr�a de ganado vacuno, que ha alcanzado gran fama. La cuarta parte del territorio est� cubierta de bosques, amparados por una severa reglamentaci�n de las explotaciones forestales, destinada a impedir que decrezca la zona arbolada del pa�s. La caza y la pesca se hallan tambi�n bajo el estricto control de las autoridades. El territorio helv�tico carece de carb�n o petr�leo, y la �nica fuente de energ�a ha sido la hidroel�ctrica, en parte reemplazada actualmente por las centrales t�rmicas, algunas de la cuales son nucleares. La industria, desarrollada desde mediados del siglo pasado, emplea m�s de un tercio de la poblaci�n activa. Adem�s de la pujanza de la peque�a empresa (el 70 % de los establecimientos cuentan con menos de 50 empleados), en el pa�s se asientan grandes empresas de alcance multinacional. Concentrada principalmente en el N de la Confederaci�n, la actividad industrial se especializa en productos de alta precisi�n, como m�quinas herramientas, equipamientos el�ctricos e instrumentos cient�ficos. La industria qu�mica, que tiene en Basilea un centro de alcance internacional, destaca en la producci�n de colorantes y productos farmac�uticos. Adem�s de la relojer�a, especialidad tradicional suiza que tiene su centro m�s importante en la ciudad de Ginebra, es importante la producci�n de cemento, az�car refinado, chocolate, aluminio, tejidos de algod�n y zapatos. En el sector terciario, que emplea casi el 60 % de la mano de obra activa, destaca el turismo, importante fuente de divisas desde hace m�s de un siglo. La actividad financiera, favorecida por una legislaci�n liberal que ha contribuido a la captaci�n de importantes masas de dinero extranjero, ha hecho de Suiza, y sobre todo de Zurich, una de las principales plazas bancarias de Europa y uno de los m�s importantes mercados mundiales de oro y divisas.
Sociedad
Suiza tiene una poblaci�n de 7,5 millones de habitantes. La densidad de poblaci�n es de 179 habitantes/km2. Un 21,8% del total es poblaci�n inmigrante. En Suiza hay alrededor de 76.000 residentes espa�oles. En Suiza hay tres idiomas co-oficiales: el alem�n (hablado por el 63,7% de la poblaci�n), el franc�s (20,4%) y el italiano (6,5%). El romanche (0,5%), tambi�n lengua nacional, es un dialecto de origen latino, que se habla sobre todo en el cant�n de los Grisones, en el este de Suiza. En el a�o 2004, el 9% de la poblaci�n declaraba una lengua no nacional como primera lengua. Por lo que se refiere a la religi�n, el 41,82% de la poblaci�n se declara cat�lica, el 33,04% protestante, el 9,7% perteneciente a otras religiones y el 15,44% declara no pertenecer a ninguna religi�n. La poblaci�n suiza es un verdadero cruce de razas y lenguas, donde confluyen tres potentes culturas europeas: la alemana, la francesa y la italiana. En este siglo el pa�s ha asistido a una lenta progresi�n de la parte alemana que ha pasado del 72,7 % en 1910 al 75 % en 1990. La parte italiana tambi�n ha registrado un progreso, aunque de menor cuant�a, pasando del 3,9 % al 4,3 % en el mismo per�odo, en detrimento de la parte franc�fona, que ha retrocedido del 22,1 % al 19,8 %, y de la romanche, que ha involucionado del 1,2 % al 0,9 %. Aunque el romanche, lengua retorrom�nica hablada en algunos cantones orientales, est� considerada como la cuarta lengua nacional, s�lo el alem�n, el franc�s y el italiano son idiomas oficiales. Existen adem�s, numerosos dialectos, entre los que figuran doce franco-suizos y seis germano-suizos. El n�mero de extranjeros, que representan m�s del 16,5 % del total y en sus dos terceras partes provienen de pa�ses europeos (principalmente Austria e Italia XE "Italia" ), no cesa de aumentar, al igual que las demandas de asilo; pero la nacionalidad suiza resulta muy dif�cil de obtener. Caracterizada por una alta densidad demogr�fica, la poblaci�n tiende a concentrarse en el Mitteland, la parte m�s vital del pa�s, donde viven el 75 % de los habitantes y se encuentran las principales ciudades. Entre las de mayor renombre destacan la capital, Berna, fundada en 1848; Zurich, gran centro financiero; y Basilea, primer puerto fluvial del pa�s, a orillas del Rin. En la Suiza franc�fona, a orillas del lago Ginebra, merecen citarse Lausana y la ciudad de Ginebra, sede esta �ltima de importantes organismos internacionales.
Los suizos son un pueblo amistoso y hospitalario, aunque a veces algo reservado. La vida en sus pueblos y ciudades es segura. Comparten un esp�ritu independiente, el respeto por la tradici�n, no menos de cuatro idiomas y docenas de dialectos. Los suizos no son realmente conocidos por sus fiestas. Pero las estaciones est�n marcadas por festivales tradicionales y celebraciones populares.
Pol�tica
Suiza es un estado federal, constituido en 1848 como resultado pol�tico de la aprobaci�n de la nueva constituci�n federal. La d�bil alianza de cantones aut�nomos fue sustituida por un moderno estado federal compuesto en la actualidad por veintis�is cantones y semicantones soberanos, con un elevado grado de autonom�a pol�tica y administrativa. La Constituci�n especifica el �rea de competencias de la Confederaci�n, quien vela por la seguridad interior y exterior del pa�s, avala las Constituciones cantonales y mantiene las correspondientes relaciones diplom�ticas con estados extranjeros. Tambi�n son de su competencia el r�gimen de aduanas, los servicios postales, el r�gimen monetario y la organizaci�n militar. Adopta las medidas necesarias para garantizar el desarrollo econ�mico del pa�s y del bienestar general. En muchos de los sectores la Confederaci�n limita su intervenci�n a la legislaci�n y a la vigilancia, dejando las tareas ejecutivas en manos de los cantones. La forma de gobierno prevista por la Constituci�n es la democracia semidirecta. Los �rganos de la Confederaci�n son el pueblo, los Cantones, la Asamblea Federal, el Consejo Federal y el Tribunal Federal. Consagrado por la Constituci�n de 1848 como una rep�blica federal, Suiza consta de 22 cantones, tres de ellos divididos en dos semicantones. Cada uno posee sus propias leyes, un consejo de Estado y un gran consejo que detenta el poder legislativo. En algunos cantones de monta�a se ejerce todav�a la democracia directa. El gobierno central de la Rep�blica consta de un Consejo de siete miembros que detentan el poder ejecutivo y son elegidos cada cuatro a�os por la Asamblea Federal; �sta tiene a su cargo el poder legislativo y est� formada por dos c�maras: el Consejo Nacional, de 200 miembros, elegidos por sufragio directo, y un Consejo de los Estados, compuesto de 44 miembros, que representan a los cantones. Una de las peculiaridades de la pol�tica suiza es el sistema de refer�ndum, que se ha usado ampliamente sobre diversas materias.
Cultura
La cultura suiza es muy rica: Ciudades grandes como tambi�n medianas cuentan con sus propias orquestas y en el teatro y la opera se encuentra a artistas famosos. Los conocidos festivales de jazz de Montreux y Willisau, los festivales de m�sica cl�sica de Lucerna, Gstaad, Sion y el festival de pelicula en Locarno son solamente algunos de los festivales que cuentan con una consideraci�n internacional. M�s de 700 museos - desde la colecci�n de arte de alto valor y exposiciones especiales sobre los museos t�cnicos hasta el peque�o museo de la patria - enriquecen el paisaje cultural. Los importantes testigos del pasado est�n tambi�n en iglesias, monasterios y bibliotecas. La producci�n literaria en las lenguas habladas en los l�mites de los cantones suizos posee un car�cter peculiar, fruto de la influencia de las culturas germ�nica y latina, as� como de la tensi�n permanente entre universalidad y localismo. La literatura en lengua alemana, cuyos or�genes en Suiza se remontan a la l�rica caballeresca del s. XII, goz� durante la Reforma de una �poca de esplendor, propiciada por los escritores del humanismo, como Zwinglio (1484-1531) y H. Bullinger (1504-75). La producci�n en lengua francesa se inici� con el movimiento calvinista, que convirti� a Ginebra en el centro de irradiaci�n del protestantismo, y tras un per�odo de decadencia, el renacimiento vivido en el s. XVIII encontr� su figura capital en el suizo-franc�s J.-J. Rousseau (1712-78), gran precursor del romanticismo y fil�sofo de resonancia universal. Posteriormente, los nombres de los autores franceses Madame de St�el y de B. Constant se vinculan �ntimamente a la literatura suiza. En el s. XIX el pa�s helv�tico dio grandes autores en lengua alemana. Tal es el caso de los poetas G. Keller (1819-90), autor de una de las obras cl�sicas de la literatura Enrique el verde, y C. Meyer (1825-98), autor de La tentaci�n de Pescara. Tambi�n deben citarse otros poetas destacados de la �poca, F. Dranmor (1823-88), H. Leuthold (1827-79), junto al tratadista J. Burckhart (1818-97) autor de Cultura del renacimiento en Italia XE "Italia" . A comienzos del s. XX se produce un renacimiento literario en el �mbito de la lengua francesa, que encuentra su principal representante en el novelista y poeta C. F. Ramuz (1878-1947), quien alcanz� la fama con una obra de tono antib�lico y escribi� para Stravinski el gui�n de La historia del soldado. En este per�odo los grandes autores suizos en idioma alem�n se volcaron al naturalismo, que tuvo en el poeta, novelista y ensayista C. Spitteler (1845-1924) su m�s destacada figura, galardonado con el premio Nobel de Literatura en 1915. Posteriormente, la obra de Max Frisch (1911), uno de los narradores m�s atrayentes en lengua alemana, ejerci� una influencia que result� decisiva en el panorama literario suizo y se impuso tambi�n en el medio teatral. La pintura y la escultura suizas, profundamente influidas por Francia, Alemania e Italia XE "Italia" , no encontraron una definici�n nacional y se vieron limitadas en su desarrollo tanto por el rigor del protestantismo como por la emigraci�n de muchos artistas. Si bien a comienzos del s. XIX hubo una peque�a escuela pict�rica ginebrina, la Confederaci�n no salt� a la palestra universal hasta el presente siglo, cuando surgi� el nombre del pintor surrealista P. Klee (1879-1940), quien mantuvo siempre relaciones muy estrechas con Suiza aunque se consideraba un artista alem�n. Por su parte, el ginebrino Alberto Giacometti (1901-66), renov� la escultura convencional con sus piezas ex�ticas y crueles, cercanas al surrealismo. En arquitectura, Suiza ha dado monumentos fundamentales de la �poca g�tica como la catedral de Lausana, as� como brillantes obras neocl�sicas, pero indudablemente el aporte m�s importante corresponde al presente siglo, con la obra del suizo-franc�s Le Corbusier (1887-1965), considerado el padre indiscutible del urbanismo y de la arquitectura moderna. El arte musical suizo posee una vieja tradici�n entroncada con el cultivo de la m�sica sacra medieval en los monasterios de Sankt Gallen, Einsiedeln, Zurich y Muri. Si bien la Reforma ocasion� un notorio retroceso tambi�n en las actividades musicales, la producci�n no ces�, a la par que fue adquiriendo un tono marcadamente alem�n. Con posterioridad, las obras del compositor A. Honneger (1892-1955) han sido decisivas en la revoluci�n musical operada en el s. XX. El teatro suizo ha aportado dos nombres clave a la dramaturgia universal en el presente siglo a trav�s de las obras par�dicas, farsescas y algunas veces moralizantes de M. Frisch y F. D�rrenmatt (1921-90). El primero de ellos ha planteado en piezas como Andorra y Biedermann los problemas de la identidad del yo y de la responsabilidad del hombre moderno. D�rrenmatt, por su parte, ha renovado la dramaturgia con obras cercanas al esperpento, como La visita de la anciana dama, R�mulo Magno, Griego busca griega o El desperfecto.
Fiestas
Tanto las fiestas como as� tambi�n las distintas usanzas constituyen la cultura de un pa�s. Suiza con sus diferentes culturas tiene en esto una amplia riqueza: Silvesterkl�use con ornamentos en la cabeza en Urn�sch (Appenzell); carnaval en Basilea, Lucerna o Solothurn; Chalanda Marz, la expulcion del invierno en el Engadin de habla retorromano; Sechsel�uten, la fiesta de primavera en Zurich; combates de vacas en el Wallis; Braderie fiestas t�picas de folclore en la Suiza francesa. El primero de Agosto, d�a nacional de los suizos; el festival de Tell en Interlaken y Altorf; las fiestas de noche del lago con fuegos artificiales en Zurich, Lucerna y Ginebra; la fiesta de Unspunnen, el original empuje suizo de piedras; las fiestas de volteo y Aelpler-Chilbi con tradiciones folclor�sticas como los movimientos cordinados de la bandera; Hornussen, un tipo de deporte original; las salidas festejadas en los Alpes a lo largo de toda la regi�n alpina. Mercados de oto�o: Fiestas de viticultores en Neuenburg, Morges, Lugano; la hist�rica Escalade en Ginebra; el mercado de la cebolla en Berna, la fiesta de Klausjagen en K�ssnacht.
Gastronom�a
La gastronom�a suiza es muy variada, como lo es el pa�s de los Alpes. Combina al igual que lo hacen sus cantones, tendencias alemanas, francesas e italianas.
Las carnes y los quesos Dos productos b�sicos que nunca faltan en las cartas suizas, con independencia del punto cardinal donde se encuentren son las carnes de calidad y el queso. Siempre que se puede estos dos ingredientes participan en cualquier plato t�pico.
De la cocina francesa se ha adoptado uno de los platos tradicionales de la zona alpina gala. El bernet platte, que se elabora con diversos tipos de carne cocida, salchichas, patatas y col. Tambi�n la fondue, la especialidad saboyana, ha traspasado fronteras. La traducci�n al castellano es "derretida" y as� sucede con los peque�os trozos de queso -gruy�re y vacherin- y con el aceite que se calienta en una olla colocada en el centro de la mesa, para que cada uno de los comensales ayudado de un pincho se sirva o bien un trozo de charcuter�a untado en el queso fundido, o un trozo de carne frito que liga con salsas.
Otra receta muy t�pica es la raclette, que toma el nombre del aparato, una resistencia al rojo vivo, en el que est� pinchado un gran trozo de queso que se va fundiendo, y con el que el comensal unta las patatas hervidas. O el rosti que sencillamente son patatas hervidas ralladas y acompa�adas de carne.
Desde Alemania llega el gusto por las salchichas. Se conocen con el nombre de wurt y se pueden consumir frescas, cocidas o ahumadas. Est�n elaboradas con carne de vaca, seca y curada.
La herencia italiana se materializa en forma culinaria a trav�s del kn�flio, unas bolitas que se elaboran con harina y s�mola de trigo.
Para los m�s golosos En Suiza el chocolate tiene nombre propio. Ocupa un espacio importante en la dieta diaria pues su aporte cal�rico ayuda a enfrentarse a temperaturas invernales prolongadas. Pero no es s�lo un alimento energ�tico. La leche de las vacas que pastan a la sombra de picos que superan los 2.000 metros es especialmente buena para mezclarla con cacao. Por eso, si B�lgica XE "B�lgica" es sin�nimo de chocolate negro; Suiza lo es del de leche. En bombones o como ingrediente de la alta cocina.
Bebidas nacionales Aunque su orograf�a lo disimule, Suiza es tierra de vinos. Caldos blancos rivalizan en calidad a los italianos y a los Borgo�a. Tambi�n tiene una escuela de cerveza amarga muy afamada, pero es la afrutado la m�s famosa, por su originalidad y su sabor a prados silvestres. "Sabe a Suiza", exclaman quienes la prueban.
|
|||||||||||||||||||||||||||||
INICIO |
INTRODUCCI�N |
ESTUDIO POR PA�SES |
HOMOLOGACI�N |
CUESTIONES |
REFERENCIAS
|