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::FACETAS DE LA UNIDAD-::
 

 Extra�do del libro FACETAS DE LA UNIDAD. El Eneagrama de las Ideas Santas de H.A. Almaas.

Prefacio

 A.H. Almaas presenta en este libro, escueto e inteligentemente escrito, otro estudio de la tem�tica principal de su serie de investigaciones, a las que ha dado el adecuado nombre de Enfoque del Diamante, que consiste b�sicamente en un examen de la totalidad de la mente en un viaje hacia el estado trascendental de Mente Pura, tambi�n conocido como Mente de Diamante, particularmente en el Sutra del Diamante. Tambi�n podemos hallarlo en el Sutra del Estrado del Sexto Patriarca, y el mismo an�lisis y descubrimiento puede encontrarse en la doctrina plat�nica, estoica y neoplat�nica de la anamnesis o la "doctrina del recuerdo de la Ideas o Formas Eternas." La clave m�stica y trascendental de dicha doctrina es la de que conocemos prenatalmente las Ideas eternas y de que podemos redescubrirlas �nicamente llevando la mente hacia atr�s, hasta llegar a su origen natural, que es no-nacido y cuya cualidad suprema es la capacidad de reflejarse a s� misma en las Ideas eternas o Formas plat�nicas.

Almaas fue disc�pulo de Claudio Naranjo, quien estudi� conmigo en 1969 en Santiago de Chile, y en 1970 en Arica, Chile. Naranjo es uno de los te�ricos m�s destacados de nuestro tiempo y ha demostrado su capacidad, as� como su enfoque erudito al que hay que a�adir su integridad intelectual, al trasladar a sus disc�pulos una transmisi�n fiel de lo que yo ense��, as� como el hecho de hasta que punto mis ense�anzas implicaban una estructura que era l�gica, metaf�sica y psicol�gica, y, en general, espiritual. Dicha estructura espiritual sostiene todo nuestro ciclo de experiencias, que constituyen el patrimonio de nuestra vida ps�quica. En esa �poca, en 1969, sol�a presentar la estructura de la mente mediante una escala de siete niveles distintos, en los que cada uno de ellos produc�a un patr�n de comportamiento que funcionaba en forma de engranajes intercomunicados, que desembocaba en un esquema org�nico en el que el nivel inferior estaba contenido en y explicaba el superior. Esto, evidentemente, es puro platonismo, pero, como es bien conocido por todos mis disc�pulos, la escala de siete niveles s�lo constituye parte de una estructura mucho m�s amplia de mi teor�a a la que doy el nombre codificado de Escarabajo, que constituye otra escala conteniendo diecisiete niveles distintos e interconectados. El contenido de esta escala mayor, as� como la escala sint�tica de siete niveles, se ha desarrollado como parte integral de mi enfoque te�rico, en el que cada nivel y su contenido forma parte de una estructura que explica la base de las cosas, seg�n las leyes inherentes a la escala de siete niveles (la "Ley de Siete" tal como la encontramos en el Timeo de Plat�n, los Or�culos Caldeos y la Herm�tica). A causa de la interconexi�n de los niveles del Escarabajo, �stos tienen una interrelaci�n e influencia directa que est� descrita en la doctrina pitag�rica del "sonido de los arm�nicos": Cuando suena un cierto tono, produce una reacci�n inmediata en las mismas notas de las dem�s escalas. Este esquema m�s amplio voy a presentarlo en un libro que estoy a punto de finalizar. Es preciso decir con claridad que la estructura de siete niveles es completa en s� misma y refleja la totalidad del sistema en forma condensada. La exigencia de presentar un esquema condensado, en 1969-1970, fue importante debido a la necesidad de que mis alumnos asimilaran el m�todo de forma r�pida y clara con el fin de ponerlo en pr�ctica, puesto que toda la ense�anza deb�a ser comprendida en t�rminos de una "filosof�a viva" que no puede ser encarnada si no se practica. Un nivel de encarnaci�n m�s profundo se produce mediante el proceso grupal, la ense�anza y el hecho de transmitir el m�todo de an�lisis a los dem�s. Puesto que las ense�anzas est�n bien enraizadas en la l�gica y la ret�rica, se explican con proposiciones directas y con claridad cient�fica.

Siguiendo a Plat�n, los neoplat�nicos condensaron la estructura de la psique en diez principios basados en los N�meros pitag�ricos, que se interpretan como Principios Universales, y en mi sistema como las Diez Ideas Santas Divinas, constituyendo �stas la Unidad del pleroma del Uno. En Proclo los diez N�meros pitag�ricos se analizan en su "Teolog�a plat�nica," que constituye en realidad la teolog�a suprema seminal de todas las teolog�as desde entonces hasta la actualidad. De igual modo debemos a Plotinio, que elabor� la "doctrina del Uno" de Plat�n, su "doctrina de la total trascendencia de la mente en su pura y absoluta trascendentalidad del Uno." Tambi�n reconocemos su important�sima "doctrina de la trinidad," en la que todas las monadas contienen en su interior una manifestaci�n de su propia Unidad interna en forma de una tr�ada intercomunicada e interdependiente, y puesto que s�lo existen monadas, toda realidad es una consecuencia del movimiento interior de una tr�ada (la "Ley de Tres" que encontramos en el Timeo de Plat�n, los Or�culos Caldeos y la Herm�tica). En mi sistema, la doctrina de la trinidad se analiza mediante t�rminos l�gicos a trav�s de la l�gica del espacio, el tiempo, y los ciclos, como propone la Trial�ctica, lo que es fundamental para deducir los distintos niveles del sistema y su estructura.

Como he mencionado antes, Naranjo transmiti� la estructura de siete niveles, tal como la propuse, a sus disc�pulos, e inmediatamente despu�s de trabajar conmigo, prosigui� sus investigaciones, b�sicamente sobre la psicolog�a del sistema mediante una perspectiva de la psicolog�a gestalt, la psicolog�a profunda y los principios cognitivos. Naranjo trabaj� b�sicamente con el Eneagrama de las Pasiones que, evidentemente, es el nivel psicol�gico del sistema. Posteriormente Naranjo dio pie a excelentes visiones profundas y psicol�gicas sobre las pasiones y las fijaciones, as� como su relaci�n con la psique en su totalidad. De este modo cre� una perspectiva totalmente v�lida para sus consiguientes investigaciones sobre los nueve tipos psicol�gicos o como los llam� Naranjo, de forma apropiada, los "Enea-Tipos." Tambi�n ha investigado el sistema como teor�a del conocimiento o epistemolog�a. Ha dirigido sus investigaciones asimismo al punto de vista sem�ntico del verdadero significado de los nombres de las Ideas Santas y apunta a una ontolog�a basada en ellas. En realidad, mi propia explicaci�n ontol�gica del problema del ser en s� y del ser que es inestable y est� en constante devenir se establece sobre la exposici�n de las nueve Ideas Santas, que poseen el poder innato de transformar y transmutar todo nuestro ser mediante la meditaci�n y la contemplaci�n, o en el modo de la "vida te�rica" o vida contemplativa y su realizaci�n en la Entelequia o la Fuerza Primordial tal como se encuentran en el Libro Lambda (XII) de la metaf�sica de Arist�teles. En mi sistema, el poder transformador de las Ideas Santas recibe el nombre t�cnico de Psico-catalizadores que funcionan del mismo modo que los simples elementos qu�micos conocidos como catalizadores, que producen mediante su presencia alteraciones qu�micas sin verse ellos mismos alterados. Las Ideas Santas deben visualizarse como nueve rayos proyectados por el Uno Divino y la Mente Santa, y cuando se presentan juntos, se produce el pleroma y se desvela y realiza su estado original, natural, no-nacido e inmortal. Lo que nos lleva directamente a la teolog�a, la teogon�a o el origen de lo Divino, y a la antropolog�a filos�fica que plantea la pregunta "�Qu� es el hombre?", que se responde con la proposici�n de que el hombre es completo en s� mismo s�lo cuando est� en un estado de iluminaci�n y autorealizaci�n que puede alcanzarse trabajando con las Nueve Ideas Santas.

Ahora Almaas presenta en este libro un an�lisis ontol�gico de las Ideas Santas, investigando con su metodolog�a del Enfoque del Diamante la b�squeda de respuestas m�s profundas, visualizaciones y panoramas acerca de las Ideas Santas. Mientas Naranjo ve�a el sistema desde la perspectiva de la psicolog�a, Almaas crea, con la misma validez, este libro de investigaci�n erudita desde la perspectiva de la ontolog�a, con su aguda mirada puesta en no perder de vista la meta definitiva de que cada una de las Ideas Santas es, en realidad, un camino perfecto y directo hacia el reconocimiento y, lo que es m�s importante, hacia la anamnesis que incluye las tres partes metaf�sicas del autorecuerdo, el autodescubrimiento y la autorealizaci�n. Almaas, de un modo h�bil y elegante presenta investigaciones v�lidas sobre el Eneagrama de las Nueve Ideas Santas con un enfoque de an�lisis y pr�ctica que sin duda beneficiar� y mejorar� la comprensi�n de la naturaleza trascendental de las Ideas Santas. Este libro est� claramente dirigido hacia una amplia audiencia que est� mostrando un inter�s cada vez mayor por trabajar con el sistema de los eneagramas y, sin duda, los lectores de esta obra encontraran valores y conocimientos al verse expuestos a la gu�a de la interpretaci�n hermen�utica y al sistema de investigaci�n de Almaas que dirige a la experiencia existencial de las Ideas Santas Divinas.

Oscar Ichazo

Septiembre, 1998

 

Introducci�n

 La mayor�a de nosotros creemos que la realizaci�n espiritual es un asunto de ser m�s felices, m�s libres y m�s nobles, mientras retenemos los trazos b�sicos y las categor�as de experiencia de nuestra visi�n familiar de la realidad. Dicha actitud subyace a la convicci�n popular de que el "trabajo de crecimiento," incluyendo el trabajo psicol�gico, puede conducir a la transformaci�n espiritual. Dicha convicci�n refleja la falta de comprensi�n de que los paradigmas b�sicos de nuestra cosmovisi�n, que determina nuestra experiencia cotidiana, forman parte intr�nseca de la red de la ignorancia que nos ata a la experiencia eg�ica.

Hasta que no experimentemos directamente la transformaci�n espiritual, no entenderemos realmente que dicha transformaci�n implica unos cambios tan radicales en nuestra experiencia de nosotros mismos y de nuestro mundo que no se trata simplemente de un asunto de convertirse en un individuo transformado; debemos reconocer, en su lugar, que la realidad que se alcanza es algo que no puede limitarse mediante nociones como "individuo" y "mundo." Los aut�nticos principios y categor�as de experiencia que consideramos como verdades incontrovertibles se ven transformados. Aquello que experimenta una transformaci�n radical es concretamente nuestra visi�n de lo que realmente existe, as� como el modo de su existencia. Dicho de otro modo, la liberaci�n espiritual es un asunto de la propia experiencia y percepci�n que se desplaza a otra dimensi�n de la existencia que tiene su propia perspectiva, y esta dimensi�n adem�s se convierte en el centro y base de la experiencia.

Nuestro sentido del s� mismo se transforma cuando alcanza su naturaleza esencial, la presencia ontol�gica que es puro Ser. Ninguna medida de crecimiento psicol�gico es suficiente para conseguirlo, puesto que el �mbito psicol�gico, tal como se conoce en la experiencia ordinaria, constituye una experiencia distorsionada e incompleta de nuestra interioridad, puesto que no est� en contacto con el Ser. La observaci�n psicol�gica y el acto de procesar son algo necesario para el trabajo de transformaci�n, pero si esta transformaci�n debe convertirse en realmente espiritual, necesitamos acceso a las dimensiones del Ser.

Los seres humanos viven t�picamente en un estado de desarrollo detenido en el que el �mbito psicol�gico gobierna nuestra consciencia. El alcanzar la plenitud de nuestro potencial implica proseguir con nuestro desarrollo, que conduce m�s all� de lo psicol�gico hasta alcanzar el �mbito del Ser o esp�ritu. Nuestra experiencia al recorrer esta senda muestra que la comprensi�n psicol�gica y la experiencia espiritual est�n tan enredadas e interconectadas que pueden considerarse de un modo m�s adecuado en forma de un continuo de �mbitos de la experiencia humana.

Con esta comprensi�n, he decidido publicar este libro, que constituye un estudio de los tipos del Eneagrama desde la perspectiva de las Ideas Santas. Dichas ideas son puntos de vista objetivos de la realidad; su realizaci�n libera de los puntos de vista ilusorios de la experiencia eg�ica y, por lo tanto, del �mbito de las fijaciones. Nuestro enfoque del Eneagrama de las Ideas Santas est� enraizado en nuestra perspectiva y metodolog�a del desarrollo espiritual, el Enfoque del Diamante.

Los reci�n llegados al trabajo de la transformaci�n espiritual encontrar�n en este libro una apertura mediante la cual percibir, y quiz�s experimentar, dominios que antes no les eran familiares. Los que ya hayan trabajado mucho consigo mismos, mediante el Eneagrama, y que hayan identificado los rasgos principales de su car�cter psicol�gico, descubrir�n que este trabajo proporciona un modo de comunicar con lo que hay debajo de esta estructura fija. Los que se hayan comprometido durante alg�n tiempo, de un modo aut�ntico, en el trabajo de transformaci�n espiritual, y hayan tenido alguna experiencia profunda de su verdadera naturaleza, descubrir�n un cuerpo de conocimientos que les permitir� un mayor acceso a las distintas dimensiones del Ser.

Dicho cuerpo de conocimientos es de m�s utilidad para los estudiantes que han trabajado a fondo la autoobservaci�n y el estudio, y han experimentado muchas manifestaciones del Ser. En este libro, contemplaremos las fases de transici�n entre lo personal y la realizaci�n infinita del Ser. El nivel personal implica la realizaci�n del Ser como la esencia del alma individual; el otro nivel implica reconocer al Ser como la verdadera naturaleza del cosmos en su totalidad. Dicha transici�n, por lo tanto, constituye el cambio de identidad desde lo personal a lo universal.

Este libro elabora nuestro punto de vista del cosmos, la verdad del ser humano, as� como la relaci�n entre ambos. Explora la v�a espiritual en relaci�n a Dios, el mundo y el alma: los tres elementos principales de cualquier ense�anza espiritual. El objetivo o punto de vista iluminado del cosmos puede elaborarse utilizando muchos sistemas o terminolog�as, como el sistema suf� de los nombres divinos o el sistema budista de las cualidades y familias de Buda. Trabajar� mediante este punto de vista utilizando el sistema del Eneagrama, en concreto el Eneagrama de las Ideas Santas.

 

Perspectiva de las IDEAS SANTAS

 Cada Idea Santa representa una percepci�n directa y concreta de la realidad como una caracter�stica espec�fica o faceta de la clara percepci�n de lo que existe. Las nueve Ideas, por lo tanto, nos proporcionan una amplia visi�n de la realidad objetiva. El punto de vista transmitido por el Eneagrama es el de que cada fijaci�n del enea-tipo constituye la expresi�n de una perspectiva mental limitada sobre la realidad, y de que cada una de las nueve perspectivas eg�icas es el resultado directo de la p�rdida o ausencia de percepci�n iluminada de una de las Ideas Santas. El Eneagrama de las Fijaciones refleja el punto de vista ilusorio, o punto de vista eg�ico, sobre la realidad, que expresa la p�rdida de la visi�n iluminada, representada por el Eneagrama de las Ideas Santas.

La noci�n de que cada fijaci�n es el resultado de la p�rdida de una percepci�n incondicionada concreta del Ser implica que la liberaci�n definitiva de esta fijaci�n solo es posible mediante la experimentaci�n vivencial de la correspondiente Idea Santa. Lo que se refleja en la definici�n de Naranjo de las Ideas Santas: "aspectos de la realidad que poseen la virtud de disolver la fijaci�n individual o error cognitivo impl�cito." (Naranjo, 1990, p�g. 1). La ense�anza de que las fijaciones surgen como consecuencia de la p�rdida de las Ideas Santas va mucho m�s a fondo que la comprensi�n convencional psicodin�mica que relaciona los patrones psicol�gicos con las experiencias formativas tempranas. Trabajar con el Eneagrama s�lo a nivel psicol�gico nos deja trabados en dicho nivel psicol�gico. Trabajar con el Eneagrama como parte de un trabajo espiritual m�s amplio, sin embargo, conduce a una realizaci�n mucho m�s profunda de la verdad y, por lo tanto, a una liberaci�n de los patrones de la personalidad que es literalmente inimaginable desde la perspectiva del ego.

Ichazo considera el trabajo del Eneagrama de las Ideas Santas como algo necesario para liberarse de las fijaciones. Denomina a las Ideas Santas los "psicocatalizadores" necesarios para el trabajo de la "psico-alquimia." Considera que el ego se desarrolla a causa de la p�rdida de contacto con el Ser: "Cuando nos alejamos de nuestra perfecci�n primordial, nuestra plenitud, o unidad con el mundo y Dios, creamos la ilusi�n de que necesitamos algo exterior a nosotros para nuestra plenitud. Esta dependencia de lo que es exterior, es lo que crea el ego del hombre." (Bleibreu, 1982, p�gs. 9-10).

P�rdida del Ser e Ideas Santas

Naranjo no examina, desde la perspectiva de las Ideas Santas, el punto de vista de que los enea-tipos reflejen la p�rdida de contacto con el Ser. Su tratamiento de la relaci�n entre los enea-tipos y la p�rdida de contacto con el Ser se centra en el Eneagrama de las Pasiones, explicando c�mo la pasi�n concreta que gobierna cada enea-tipo refleja y perpetua la p�rdida de contacto con el Ser. Se trata de una ense�anza significativa y �til, y ya constituye un avance, en t�rminos de orientaci�n espiritual, sobre las publicaciones relacionadas con el Eneagrama que no acent�an la relaci�n del ego con la p�rdida de contacto con el Ser. Pero el an�lisis de Naranjo contempla la relaci�n entre los enea-tipos y el Ser de un modo muy general. No muestra el porqu� y el d�nde se originan las diferencias entre los enea-tipos. Naranjo utiliza el concepto de Ser, o Esencia, de un modo muy general, sin hacer referencias a las diferentes formas objetivas de experimentarlos, como hace el Eneagrama de las Ideas Santas.

No tenemos consciencia de que se haya publicado ning�n estudio que muestre los detalles de c�mo y porqu� los enea-tipos y sus fijaciones mentales se desarrollan de una forma que conecta los factores de desarrollo con la p�rdida de las Ideas Santas. Somos conscientes de que Ichazo posee una comprensi�n o teor�a sobre este proceso, pero no ha publicado nada al respecto, y s�lo hemos podido atisbar algunos fragmentos limitados y generales, a partir de varias fuentes, con relaci�n a su punto de vista.

En este libro exploramos c�mo se pierde el contacto con el Ser, as� como el modo en que se refleja en la p�rdida de la perspectiva de las Ideas Santas. La premisa b�sica de este estudio, es la visi�n transmitida, discutida anteriormente, de que las fijaciones son un reflejo de la p�rdida de las Ideas Santas. Analizamos en detalle cada una de las Ideas Santas y c�mo la p�rdida de cada una de ellas conduce al desarrollo de la correspondiente fijaci�n. Cada p�rdida se manifiesta en forma del desarrollo de una ilusi�n particular, una visi�n incorrecta de la realidad, el n�cleo de lo que Naranjo denomina un "error cognitivo impl�cito."

Una Idea Santa constituye una comprensi�n vivencial particular incondicionada, y por lo tanto objetiva, de la realidad. Por ejemplo, desde la perspectiva de una Idea Santa, la realidad se experimenta como unidad no-dual del Ser, y la p�rdida o ausencia de esta Idea Santa conduce a la ilusi�n de la dualidad, que se manifiesta en la convicci�n de que definitivamente en la realidad existen objetos diferenciados. Existen nueve ilusiones espec�ficas que reflejan la p�rdida o ausencia de las nueve Ideas Santas. Dichas ilusiones funcionan como los principios primarios de la existencia eg�ica. Cada ilusi�n o error forma el n�cleo de un complejo psicol�gico, que consideramos como el centro de esta fijaci�n concreta.

La noci�n de complejos de C.G. Jung, cada uno de ellos una constelaci�n psicol�gica con un arquetipo en su centro, es parecida a nuestra noci�n del n�cleo de cada fijaci�n. Su concepto lo expresa de forma sucinta el analista junguiano Nathan Schwartz-Salant: "Complejo: grupo de ideas o im�genes emocionalmente cargado." (Schwartz-Salant 1982, p�g. 180). Las Ideas Santas pueden considerarse como el arquetipo en el centro de cada uno de los tipos. Jung, evidentemente, no analiza a las Ideas Santas como arquetipos, pero su definici�n de los arquetipos incluir�a las Ideas Santas:

 

 ... el arquetipo representa el elemento aut�ntico del esp�ritu, pero un esp�ritu que no debe identificarse con el intelecto humano, puesto que constituye el spiritus rector de �ste. El contenido esencial de toda mitolog�a y religi�n y de todo ismo es arquet�pico. (Jung, 1959a, p�g. 76).

 

 

En otro lugar, Jung lo amplia,

  

En De Diversis quaestionibus LXXXIII �l [San Agust�n] habla de "ideae principales" que no est�n formadas en s� mismas... pero est�n contenidas en la divina comprensi�n. El arquetipo constituye una par�frasis explicatoria del eidos plat�nico. Para nuestros prop�sitos este t�rmino es �til y apropiado, puesto que nos dice que en lo que respecta a los contenidos del inconsciente colectivo estamos tratando con archaei o -dir�amos- tipos primordiales, o sea, con im�genes universales que han existido desde tiempos remotos. (Jung, 1959b, p�gs. 4-5).

 

Ya sea que consideremos o no el n�cleo de las fijaciones como complejos y las Ideas Santas como arquetipos, el n�cleo de cada enea-tipo funciona como su constelaci�n psicol�gica principal, formando el n�cleo de la fijaci�n. Las distintas caracter�sticas de cada enea-tipo constituyen simplemente las manifestaciones que nacen de un modo natural de estos complejos nucleares, constituidos por distintas autoim�genes, relaciones de objeto, defensas del ego, patrones psicol�gicos, formas de comportamiento y cognici�n, etc. Por lo tanto dichos n�cleos determinan las caracter�sticas distintivas que separan cualitativamente cada enea-tipo de los dem�s. Dicho de un modo m�s apropiado, las caracter�sticas de cada enea-tipo reflejan su n�cleo interno, y las distintas caracter�sticas de los nueve tipos reflejan los distintos complejos de los n�cleos. Puesto que el centro que define a cada n�cleo es una ilusi�n particular que refleja de un modo �nico la p�rdida de la Idea Santa particular, se hace evidente que las Ideas Santas son en �ltima instancia las responsables de las variaciones de los enea-tipos.

 

 

 
 
 
 

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